Nunca nos hemos beneficiado lo suficiente de nuestra proximidad con el continente africano ni tampoco hemos sido capaces de protegernos adecuadamente de los riesgos que conlleva esa cercanía. Los gobiernos de Madrid jamás han favorecido las comunicaciones directas entre Canarias y África. Al contrario: las han entorpecido por miedo a que un acercamiento a ese continente conlleve un alejamiento de la Península. Sin embargo, la geografía es pertinaz porque apenas cien kilómetros -lo hemos subrayado muchas veces- nos separan de las costas de Marruecos, mientras que estamos a 1.400 kilómetros de la Península. Únicamente en tiempos recientes se ha roto ese aislamiento con el establecimiento de vuelos directos entre las Islas y determinadas ciudades de Marruecos, Mauritania y Senegal, así como una línea marítima que fracasó tras encallar en el puerto de Tinduf el barco que la realizaba. Esperamos y deseamos que se consolide el proyecto de renovación de este servicio.

También ha sido elegido el Archipiélago canario como plataforma para distribuir las importantes ayudas humanitarias que necesita el llamado Continente Negro, no por la piel de sus habitantes, pues el racismo ya está superado y convenientemente perseguido en los casos insanamente persistentes que se siguen produciendo, sino porque la situación de África continúa siendo negra en muchos aspectos. África necesita y seguirá necesitando durante mucho tiempo ayuda económica, médica y de asistencia social a unos países que pese a contar con enormes recursos naturales no siempre están gestionados de la forma más adecuada. La corrupción es galopante y muchas ayudas occidentales son acaparadas por los "señores de la guerra". Algunas zonas de África también son motivo de preocupación en estos momentos por culpa de la epidemia de ébola. El actual brote de esta enfermedad ha causado más de 900 muertos. La epidemia también afecta a residentes extranjeros en los países afectados: Guinea Conakry, Liberia, Nigeria y Sierra Leona. En un intento desesperado por controlar su expansión, el Gobierno de Liberia ha ordenado la cremación de los cadáveres.

La preocupación se ha extendido al personal de instituciones españolas que presta servicio en la zona de la epidemia. La Unión de Guardias Civiles ha expresado el temor de que sus miembros destinados en las costas de África Occidental para interceptar los cayucos que parten hacia Canarias puedan contraer el virus del Ébola. Por lo que respecta a nuestras Islas, la delegada del Gobierno en Canarias ha señalado este viernes que desde que se conoció el brote de ébola se han activado los protocolos de actuación previstos en estos casos. Considera Carmen Hernández Bento que las posibilidades de que la enfermedad llegue al Archipiélago son muy pequeñas. No obstante, reconoce la necesidad de adoptar medidas de prevención.

Incluso siendo muy remota la posibilidad de que la epidemia salte a Canarias, el daño que produciría en nuestro sector turístico un solo caso sería catastrófico para el único pilar activo que le queda a nuestra economía insular. No queremos ni pensar en ello. El riesgo no solo hay que medirlo en términos de probabilidades de que se materialice. También cuentan los efectos si llega a acontecer tal eventualidad. Por lo tanto, cuidado.

Nuestras fronteras han estado tradicionalmente desprotegidas. Al margen de los controles sanitarios, siempre han renqueado las inspecciones fitosanitarias y similares, pese a que nuestro medio ambiente es frágil. Quizás sea este el momento adecuado para analizar cómo estamos en este aspecto y corregir lo que requiera atención por parte de las autoridades.

África necesita ayuda pero también la requerimos nosotros porque en muchos aspectos la situación de Canarias no es menos negra que la de nuestros vecinos africanos. Ayer informábamos a nuestros lectores de que más de 16.400 canarios esperan por una ayuda de dependencia. Las Islas siguen arrojando los peores indicadores del país en este aspecto, si bien el número de personas que esperan por una ayuda se ha reducido en cerca de 6.000 en lo que va de año. Algo es algo. Sin embargo, no erramos en nuestros comentarios y editoriales al decir que arrastramos deficiencias, tanto por culpa de la crisis como por la mala gestión de unos políticos que tenían que habernos sacado ya de ella, propias de los países del Tercer Mundo. Vistas así las cosas, resulta que no solo estamos geográficamente en África, sino también social y económicamente.