1.- Los de "El Cuartelillo" (El Día TV) nos vamos de vacaciones, aunque las mías ya son vacaciones eternas desde hace dos años. El programa se despide mañana, hasta octubre, que es mes de guerras políticas, porque en septiembre todavía hace calor y continuará la modorra veraniega. Creo que hemos hecho un buen programa en esta primera temporada, así que me siento satisfecho. Por otra parte, la televisión siempre contribuye a aumentar la leyenda negra de uno y esto es bueno. El día que dejen de hablar mal de mí es que la muerte anda cerca, así que sigan, pero no se pasen. Yo estoy de moda otra vez, quién lo diría, a mi edad. Hay tanta gente que me quiere trincar en un renuncio que me produce risa. A le acaban de dedicar un libro terrible en el que lo ponen de chupa de dómine, tras una investigación exhaustiva sobre su vida. Quién lo diría de uno de los más geniales articulistas en lengua castellana. ¿Si me lo creo o no? Ni me lo creo ni me lo dejo de creer; yo admiro a Ruano por sus escritos, no por su vida más o menos censurable.

2.- Los que nos asomamos a las ventanas públicas estamos expuestos a la envidia y a la crítica mordaz. Si yo me ocupara de los enemigos que no conozco (incluso a los que conozco) no haría otra cosa; y andar cazando brujas y respondiendo a maricones da mucho trabajo, así que yo a lo mío y ellos a lo suyo; o sea, a ponerme a parir. Una de las cosas buenas de esta profesión es poder molestar a quien te ataca pulsando una tecla del ordenador. Otros no pueden defenderse de los ataques; yo, sí. A mí me ponen ahora a parir un tipo que fornicaba soldados en los cañaverales del parque; un individuo gordo abuchonado y mariquita que tiene un digital mierdoso; y un abogado que le cobra cien euros a cada afectado de todo, que anda por ahí con un socio tartaja. Coño, vaya elenco. Parece cosa de la novela picaresca. No lo mejora ni el Lazarillo de Tormes, ni el ciego Gaudencio de Cela.

3.- Si esos son mis enemigos, no me importa. Hay otra, que chupó mucho tiempo del bote en una corporación, pero ya dirá la justicia -si hay justicia- lo que tenga que decir, en la instancia pendiente y en las dos siguientes. En fin, que estoy de moda, lo que no me produce ninguna zozobra, sino todo lo contrario. Soy el primer jubileta de moda del Reino.

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