Damos por sentado que la adjudicación de empleos públicos debe seguir un proceso reglado que garantice su transparencia y también, y esto es lo más importante, que todas las personas que optan a tales empleos lo hagan en igualdad de condiciones. La única ventaja a la hora de asignar las plazas finales debe ser el mérito de cada opositor. A todo esto hay que añadir los imprescindibles períodos de tiempo para atender las reclamaciones. Sin embargo, estas salvaguardas no justifican que debamos esperar otros cinco años, en concreto hasta el 2019, para adjudicar 1.234 plazas de enfermería pendientes desde el año 2007, según ha denunciado el Satse; el sindicato de estos profesionales. Un retraso similar al que se ha producido con el concurso para la adjudicación de nuevas farmacias.

Como explicaba ayer en EL DÍA Ramona Mendoza, coordinadora del Satse, "tras las bases va el baremo, que puede ser recurrido; luego la convocatoria de las 1.234 plazas, la lista provisional de admitidos, las alegaciones, la definitiva, la constitución del tribunal, la elección de lugares para celebrar el examen en todas las islas el mismo día a la misma hora. Luego el examen en sí, los recursos a las preguntas del examen y a las calificaciones, la lista provisional de aprobados y suspendidos, la revisión y la lista definitiva y, finalmente, la adjudicación de plazas".

Esto nos parece propio de una novela o una película surrealista, pero es la ley y hay que cumplirla. Tan solo nos preguntamos si no sería posible simplificar trámites. No únicamente en este caso sino en todos los demás, considerando que la burocracia es uno de los males endémicos de España, transferido por la fuerza de las circunstancias a Canarias. Así tenemos el caso de que en hospitales como el Universitario Nuestra Señora de Candelaria el 60 por ciento del personal de enfermería es interino o eventual. Situación que indudablemente afecta a la calidad del servicio. No por la competencia de los profesionales, sino por las incertidumbres personales que produce toda interinidad.

Un exceso de burocracia y de lentitud administrativa que impregna a las administraciones de este país. Así tenemos, como también informábamos en nuestra edición de ayer, esos 29 millones de euros adicionales que ha debido pagar el Gobierno de Canarias debido a retrasos en obras públicas. Según la Audiencia de Cuentas, la demora ha sido de diez meses por término medio como consecuencia de modificaciones en las propias obras, retraso en los accesos a los edificios o trámites legales o administrativos.

Nos hemos acostumbrado a manejar determinadas cifras con demasiada alegría. Veintinueve millones de euros no son 29 millones de pesetas, aunque esa cantidad de la antigua moneda continúa siendo una cifra considerable. Con 29 millones de euros se pueden atender muchísimas necesidades urgentes. Por menos de la décima parte de ese dineral han tenido que cerrar pequeñas y medianas empresas con la pérdida de miles de puestos de trabajo. No obstante, es evidente que los políticos siguen indiferentes a lo que se hace, a lo que ellos mismos hacen, con el dinero público. Al Gobierno central le basta con subir los impuestos y el Ejecutivo canario con exigirle más dinero a Madrid. Un dinero que siempre sale del bolsillo de los ciudadanos y de los beneficios de las empresas, aunque hablar de empresas con beneficios en estos tiempos es como buscar mirlos blancos.

También resulta preocupante para Tenerife que el conflicto bélico en Ucrania y la depreciación del rublo estén frenando la afluencia de turistas rusos a Canarias. Hasta un 97 por ciento de los visitantes de ese país que llegan cada año a las Islas eligen Tenerife por su tranquilidad, sus servicios y sus bellezas. Al tratarse de personas en general con alto poder adquisitivo, una merma en su afluencia se hace sentir. Nada podemos hacer desde aquí para corregir esto. También publicábamos ayer que las revueltas generadas por la primavera árabe nos favorecieron, ya que los operadores turísticos se vieron obligados a buscar una alternativa a destinos más exóticos, y también más baratos, que Canarias.

Un toque de atención. El sector turístico vive actualmente momentos de euforia. Pese a ello, no olvidemos que en el pasado ha sufrido crisis devastadoras para nuestra economía regional, siempre proclive a los monocultivos.