De la playa de Las Teresitas todo el mundo habla, opina y juzga. Como he sido asiduo del lugar durante años me apetece dar mi parecer, ya que tengo el mismo derecho que los demás y porque considero el lugar como el más completo centro de salud de la capital, un verdadero pulmón donde además de divertirte y relajarte se combaten problemas cardiovasculares, el colesterol, la diabetes y otras enfermedades. Algunos médicos deberían recetar más el acudir allí todos los días para darse una caminata sobre la arena y un baño de media hora. Supondría estar más sano y consumir menos medicamentos, con el consiguiente ahorro económico de los gastos sanitarios.

Santa Cruz es una ciudad que ha vivido, vive y vivirá siempre de espaldas al mar, y geográficamente está dividida en dos pulmones: por un lado la ciudad en sí y por el otro la playa, ocupada mayoritariamente durante los tres meses de verano, y ya entrado el otoño si el tiempo acompaña. En cuanto el agua se enfría demasiado, la playa es ocupada por los de siempre, los que hacen deporte y los aficionados a respirar el aire del mar. Supongo que los expertos sabrán las cifras exactas de los ciudadanos que la usan en ese período, pero con toda sinceridad no creo que sean más de doscientas personas, aunque ya se ven algunos turistas de paso. La playa no tiene ni ha tenido nunca las instalaciones adecuadas, siempre se ha mantenido con apaños de temporada, sin lugar para cambiarse de ropa, duchas que no funcionan o con agua fría, chiringuitos sucios e inapropiados. Cada verano se hace un zafarrancho con cuatro perras, y a vivir que son dos días. Ese grupo que yo denomino "los del no a todo" son defensores a ultranza de dejarla como está, per,o les guste o no, lamentablemente no se corresponde con la categoría de nuestra ciudad, y no deben dejarla virgen o para "otros menesteres" nocturnos, esos que incluyen el que los operarios de limpieza tengan que recoger cada día las guarrerías que los usuarios son incapaces de tirar al contenedor de basura.

Por mucho que quieran vendernos nuevos planes, Santa Cruz seguirá viviendo de espaldas al mar. Se gastaron 9,2 millones de euros en el proyecto del famoso arquitecto Perrault, y otros 4 millones en el "mamotreto" que no dejaron terminar. Ahora hay unas nuevas miras que no sabemos lo que costarán, y un sinfín de despropósitos por culpa del eterno enfrentamiento político. Nuestra capital necesita urgentemente un cambio radical porque el comercio languidece y se muere poquito a poco. Las calles principales han dejado de tener vitalidad, y lo triste es que no veo cómo puede mejorarse, pues las perspectivas son cada vez más negras. Por ello creo que la inversión económica debe hacerse en la playa. Hay que retomar la idea de convertir la zona en un gran centro lúdico de ocio, deporte y actividad cultural, con zonas de hospedaje y balnearios, lugares de esparcimiento, comercio variado, restauración típica y de calidad, accesible a todas las clases, transporte ecológico, cómodo y rápido, y por supuesto mejorando un pueblo pescador que nunca debe perder sus señas de identidad. La playa debe dejar de ser para unos pocos y convertirse en la oportunidad de recuperar el pulso económico que crea empleo y riqueza. Copiemos ideas de los vecinos si sirven para nuestro beneficio, como esa obra que se ha denominado la Gran Marina, proyectada a pesar de tener dos playas estupendas en la misma ciudad.

Los políticos deben resolver sus diferencias en los plenos y en el parlamento, no acudir a la judicatura por cualquier bobería. Tomen con seriedad sus obligaciones y defiendan los intereses generales, no de unos pocos. No encuentro en nuestros vecinos una oposición tan drástica y unos ecologistas tan destructivos como los de esta isla, con esa forma de operar no sacaremos nada en claro y seguiremos convertidos en una isla cuyo retroceso es manifiesto.

La playa es de todos, también turística, y con los impuestos que recaudaría el Ayuntamiento los servicios tendrían que ser gratuitos. Vale que haya que pagar las sombrillas y las hamacas, pero para cambiarse y ducharse, y disponer de buenos servicios para las necesidades debe ser gratuito.

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