1.- Yo era un niño cuando, en 1959, Sir Winston Churchill bajó trabajosamente por la escalera del yate "Christina", en compañía del multimillonario griego Aristóteles Onassis, en su viaje por el Atlántico. Llevaba un habano en la boca, un sombrero y gabardina y, junto a él, su esposa, lady Clementine. Viajó hasta el Puerto de la Cruz en un pequeño coche que también llevaba a bordo el "Christina", escoltado por varios "haigas" del Cabildo de Tenerife. Desde entonces, desde los 12 años, me interesó la figura de este hombre, de cuya vida y obra es un experto Miguel Cabrera Pérez-Camacho, letrado tinerfeño y amigo. Hace unos años se celebró en Madrid la exposición "Churchill en España" y se editó un catálogo muy interesante, con fotos inéditas de su visita a Canarias. Creo que se lo regalé a Miguel, porque no lo encuentro en la biblioteca. Y en el archivo de Baeza, el inolvidable fotógrafo portuense, tiene que haber alguna foto no publicada de la salida del ex premier británico del Lido San Telmo, donde Onassis dejó ¡1.000 pesetas! de propina del año 1959 a los camareros.

2.- Hubo dos periodistas de los llamados "de calle" entonces, que intentaron, sin éxito, entrevistar a Churchill: Luis Ramos y Domingo de Laguna y EL DÍA publicó interesantes reportajes, ilustrados con fotos mal reproducidas, al estilo de entonces. Tras el golpe de Estado de 1981 en España, yo me traje de Madrid, en dos maletas, para el periódico en el que trabajaba, un aparato de tele-foto que compramos de segunda mano a Associated Press. Porque nos cogió desprevenidos la entrada de Tejero en el Congreso, los aviones de Madrid que traían el sobre de EFE no llegaron y nos vimos sin gráfica. Se la tuve que robar a EL DA, como ya he contado alguna vez. Este periódico sí tenía tele-foto.

3.- Antañazo, cuando llegaban personajes importantes a las Islas eran entrevistados por don Luis Álvarez Cruz, un maestro de la entrevista. También era buen entrevistador Vicente Borges, pero se prodigaba menos, a no ser que los recién llegados formaran parte de un circo, espectáculo en el que Borges se especializó. Otro día les cuento cuando Nacho González le prohibió a Vicente Álvarez Gil, a la sazón los dos en el PP, que me dirigiera la palabra. Fue gracioso.

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