1.- Resulta que, según este periódico, porque yo a esas cosas no voy, resultó chungo y con poca gente el Plenilunio chicharrero. Se lo inventaron para dinamizar la ciudad, pero no dinamizó nada. Resucitar a un muerto es tarea imposible, sobre todo cuando quienes viven en la ciudad solitaria no quieren rascarse el bolsillo y consumir; porque no saben lo que va a pasar mañana, porque sus empresas no reciben créditos y porque la vida sigue igual. Eso, a pesar del triunfalismo de Madrid y de los brotes verdes de que son más o menos los brotes verdes del visionario de Zapatero, buena persona pero tonto. Así que el plenilunio resultó ser un eclipse de sol, una mala noche debajo de una mala nube. Y la gente prefirió quedarse en casa y muchos comercios, a la vista del panorama, cerraron y todo resultó un medio fiasco o un fiasco entero. Así que inventen otra cosa, porque esto les salió chungo. Además, la mitad de la gente ni siquiera se enteró de la fiesta.

2.- Esto del consumo es terrible. En Santa Cruz siguen cerrando comercios, uno detrás de otro. No hay remedio, la gente no compra de lo que tiene, sino que espera mejores tiempos con la misma ropa, con la misma bisutería y con la misma desazón. Y así nos va. La recuperación será siempre una filfa hasta que los bancos no abran la mano, o el culo, y regrese la situación a la normalidad. No mientan, porque aquí no se ha solucionado nada. Aquí lo que se ha hecho es arreglar el país a fuerza de acogotar a la clase media, a los autónomos y a las pymes. Y los directivos de los bancos y de las grandes empresas, o sea los ricos, viven igual o mejor a costa de los anteriores, a cambio de recibir a los políticos del desaguisado en sus consejos de administración pasado mañana.

3.- El Plenilunio fue cuarto menguante, entonces, porque la gente lo que quiere son bares y fútbol. Bares, porque hay que comer y beber y fútbol porque en la televisión es gratis. El consumo ha muerto. Si uno tiene un bolígrafo no se compra otro, se acabaron las colecciones de relojes: uno solo da la hora; no hay necesidad de comprarse más camisas y los gayumbos se estiran hasta que se desvare el elástico. Y cosas así. Luego el Plenilunio, en plan consumo, no sirvió para nada. Con este panorama no hay quien dinamice nada. Porque nadie puede resucitar a un muerto.

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