1.- Se cabrean los palmeros cuando cuento cosas de ellos. Pero yo no tengo la culpa de que la Televisión Canaria se haya equivocado de puticlub y haya atribuido al "Conejo Blanco" lo que se había cometido en el "Isla Bonita": una cosa muy fea con las tarjetas de crédito de sus clientes. Los palmeros, en esto de la follandusca, son muy particulares; prefieren venir a Tenerife a aliviarse porque así la cosa es más discreta y no tienen que salir de los puticlubes en la penumbra. Los palmeros siempre han sido muy cuidadosos con la apariencia, no vaya a ser que se enteren los de La Cosmológica y los llamen al orden y les hagan juicio sumarísimo en el teatro Circo de Marte, que no es teatro, ni es circo, ni es nada porque se ha pasado más de medio siglo sufriendo reformas severas. El otro día se contaba en un lugar de este periódico que a un palmero le robaron las joyas y una muñeca hinchable. La policía detuvo a los cacos y de comisaría llamaron al afectado para que recogiera sus joyas y el otro artículo adjunto (la novia de plástico). Todavía lo están esperando. Sacrificó sus joyas y renegó de su amor.

2.- Palmera sube a la palma, catay, catay/y dile a la palmerita, chupay, chupay. La Palma es una isla muy particular, con un sentido del humor también muy particular. Cuando mandaron más los palmeros fue con don Blas Pérez, a cuyo hermano Esteban, que muñó mucho en el régimen de Franco, lo llamaban popularmente Esteban...dido. Pero esto es historia, o mejor, leyenda. La Palma es una isla por descubrir, llena de historias muy interesantes y de anécdotas para troncharse.

3.- La primera vez que viajé a La Palma lo hice con mi padre, paz descanse, mi hermano Aquillo y mi primo Piquico; fuimos a ver jugar al Puerto Cruz al campo de La Palma; y luego disputamos otro amistoso en Argual. Viajamos en un DC-3 hasta el viejo aeropuerto de Buenavista. Una vez fue allí un ministro del Aire, tripulando un avión militar. La tropa estaba formada junto a la torre de control, con vista al avión, que se perdió en el horizonte de la pista y cayó por un terraplén. Los soldados rompieron filas y fueron corriendo a rescatar al ministro, cosa que consiguieron; y lo sacaron del barranco sin gorra y todo despeinado. Esto de La Palma es muy serio pero, desde luego, sí que es la isla bonita. La más bonita del mundo.

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