Le atribuyen algunos a Santiago Carrillo una afirmación que debería ser inquietante para su destinatario: "El último gran servicio que le he prestado al PCE ha sido evitar que José Carlos Mauricio fuese su secretario general". Desconozco si la frase es apócrifa -posiblemente sí- pero no cabe duda de que Mauricio pertenece por méritos propios al club de los comunistas reconvertidos. Notable círculo con personajes tan ilustres como Ramón Tamames -tachado de traidor por los progres que presumen de pensar como Marx aunque viven como Dios-, o nada menos que Mario Vargas Llosa, a quien también le llegó el día de ver la luz del pensamiento liberal. En definitiva, si hiciésemos abstracción del pasado político de Mauricio, pese a las dificultades intrínsecas de la tarea, podríamos enmarcar como un tratado de buen gobierno el análisis que realiza de Canarias en la entrevista que ayer publicaba este periódico.

Lo conocí personalmente a finales de 1977 o comienzos de 1978. La fecha no la recuerdo bien. Tengo muy claro, en cambio, que me había citado con él en una cafetería de Santa Cruz para hacerle una entrevista, acaso por iniciativa propia o por encargo de alguien del periódico en el que trabajaba entonces. Grabé lo que me dijo sin darle demasiada importancia a sus palabras porque la política jamás me ha importado demasiado y porque aquel día, casualidades de la vida, estaba angustiado por un asunto que hoy no me quitaría el sueño pero entonces sí. Posteriormente hemos coincidido en varias ocasiones, pero siempre a cierta distancia. Jamás hemos congeniado, más bien por falta de oportunidades que por algo en especial.

Lo que más gracia me ha causado de lo dicho por él en esa entrevista es la calificación de oportunista político para Alberto Ruiz Gallardón. Sin duda tiene razón. ¿Quién mejor que él para conocer a los trepadores? El caso es que no sabría decirles a ustedes, amables y pacientes lectores, quiénes me repatean más, si los periodistas convenientemente reconvertidos en políticos -Mauricio es un caso exitoso, pero no el único; hay algunos por estos alrededores y otros que van de camino-, o los periodistas que han seguido en el oficio para entrevistar a políticos como él. Periodistas, porque eso de ser de izquierdas sigue ligando más que una guitarra eléctrica, que se rasgan las vestiduras con las políticas excluyentes de la derecha, faltaría menos, pero a los que jamás se ha visto acoger no ya a un inmigrante sin recursos, sino a un simple mendigo callejero en sus casas. A fin de cuentas, el cinismo siempre ha dado buenas rentas y ser progresista, como afirma Mauricio que lo es, no está reñido con lograr un sustancioso patrimonio personal; no está reñido ni siquiera con ser nacionalista. Que se lo pregunten a Pujol. Por lo demás, causa cierta sorpresa que hable de legalidad alguien a quien trancaron dos veces en la misma semana conduciendo sin carnet.

En fin, como dicen en mi pueblo, vete por ahí. O, si lo prefieren ustedes con un deje más ranillero, "vétete por ahí".

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