"Se puso de moda entonces la caza del político y el resultado ha sido, no sé si intencionadamente, que no se ha perseguido a las entidades, empresas... que se apropiaron de un dinero público", manifestaba hace unos días en este periódico el exconsejero de Empleo del Gobierno de Canarias, Víctor Díaz, tras ser absuelto en el caso Icfem. Según la sentencia, las arbitrariedades cometidas no pueden ser achacadas a los procesados. (También fueron absueltos los exdirectores del Icfem Diego León y Francisco Almeida, acusados de un delito de prevaricación continuada por la supuesta concesión irregular de ayudas para cursos de formación profesional). "Por obcecarse tanto con nosotros, lograron que los golfos se escaparan con el dinero", señala también Víctor Díaz en la entrevista.

Pocos días después la CEOE-Tenerife volvía a insistir en que la falta de formación es uno de los factores que más inciden tanto en el elevado porcentaje de desempleo que existe en Canarias, como en la dificultad de los parados de larga duración, de forma especial aquellos que tienen más de 45 años, para acceder a una ocupación remunerada. ¿Quiénes son esos golfos a los que se refiere Víctor Díaz? ¿Con cuánto dinero se escaparon?

Todavía hay gente que va por ahí presumiendo de que se lucró con los cursos del Icfem. Cuesta creerlo, pero es así. Y si alguien les advierte que se están inculpando de un delito, responden indolentes que ya está prescrito. Legalmente puede que esté caducado, pero sus consecuencias siguen vigentes en forma de esa catastrófica carencia de formación laboral.

Hay anuncios de cursos para aprender inglés en diez días; incluso en cinco. Sobra decir que se trata de una estafa. Para hablar y entender comprensiblemente ese idioma son necesarias algo más de seiscientas horas de aprendizaje guiado y continuo. No valen dos horas hoy y la tercera dentro de tres semanas. Para el ruso, que es más complicado, se calculan cerca de mil horas y para el chino unas 1.200. Considerando que los rusos son buenos clientes turísticos en Tenerife y que China ya es la primera potencia mundial por PIB (acaba de superar a Estados Unidos), ¿no nos hubiera salido a cuenta enseñarles ruso o chino a unos cuantos canarios?

No ha sido posible impartir esa formación, ni ninguna otra, porque este es un país de listos. A eso no nos gana nadie. Lo peor, sin embargo, no es la abundancia de individuos con las manos muy largas; lo peor es que les reímos las gracias. Por eso se permiten presumir de sus hazañas.

Idolatramos a quienes robándole al Estado nos están desvalijando a todos. Como mucho nos enfadamos porque ellos, y no nosotros, hayan sido los pícaros. Es lo que está ocurriendo con las tarjetas opacas. Odiamos a quienes se han beneficiado de ellas no por aprovecharse de entidades financieras que luego tuvieron que ser rescatadas con dinero público, sino porque han sido afortunados al estar en el lugar y en el momento adecuado para hacerlo, pero nosotros no. Al final del cuento y de las cuentas, más que un país de listos somos una caterva de idiotas.

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