Me propuse no volver a escribir sobre los catalanes y su 9N, pero cada día me enerva más la sangre con las contradicciones, la endogamia de Más y sus compinches, y la inoperancia de Rajoy, que están creando una incertidumbre y desazón muy grande a la población, haciendo el ambiente insostenible. A pesar que don Arturo ha reculado, las televisiones y sus tertulianos siguen ensalzados en una pelea demoledora sin ningún tipo de razonamiento, sin bases para definir una postura clara o concluyente, donde los diálogos se sentencian con el tan traído: ¡Negocia Rajoy!
El tema se ha convertido en un gran circo con titiriteros, comparsas, trapecistas, y una extensa farándula arraigada y querida por los niños y no tan niños. El tiempo se acorta y no hay visos de un final de función, pues aún los políticos, actuando en muchas ocasiones como verdaderos payasos, que solo saben hacer reír, siguen en la discusión del tu más, como si tuvieron miedo y temor a llamar las cosas por su nombre y afirmar rotundamente que esto solo tiene una solución: ¡Qué se vayan de una puñetera vez! Muerto el perro se acabará la rabia.
Ellos siguen defendiendo que Cataluña no es España, que el resto del país no los quiere, pues sinceramente estoy tan harto que de verdad no los quiero, y eso que tendría que hacer excepciones con unos pocos amigos con los que sigo en contacto, y que me trasladan su tristeza ante esa locura soberanista de chulesca compostura, con la que no parece haber marcha atrás, pues aunque el 9N quede en acto singular, ya saben que no acabará aquí, y los liantes volverán a intentar el asalto al poder, convirtiéndose en un cuento de nunca acabar. Solución: Fronteras.
Lo preocupante para España y donde radica la insistencia, a mi parecer, es en lo de definir las fronteras, porque ellos saben cuál será el punto flaco del resto del país, y es el transporte por carretera y ferrocarril de mercancías y personas hacia Europa que tiene que pasar por la Junquera, intentando así que España quede aislada por tierra, y con el consiguiente gravamen económica que supondría utilizar a diario esa ruta. Ahí les dejo mi reflexión a tertulianos y políticos, a ver si encuentran la solución.
Lo del "¡Negocia Rajoy!" me hace sonreír, sobre todo cuando las palabras vienen del nuevo jefe del socialismo. ¿Negociar qué? Añade la tontería de cambiar o modificar la Constitución para encajar la singularidad de Cataluña, y aquí ya me troncho de risa. Cuanta tontería, bobería, y estupidez existe con esta palabra y su significado. ¿Acaso tienen los catalanes rasgos físicos distintos? Si, tienen una lengua propia y la sardana, pero, ¿en qué los diferencia eso de castellanos, andaluces, extremeños, o de nosotros? ¿No tenemos también los canarios un vocabulario singular y unas tradiciones distintas? ¿Pueden comprar o vender al mundo con su dialecto? Señor Sánchez, la única singularidad que tienen es su amor a la "pela".
Mis amigos catalanes están preocupados, se han pasado la vida trabajando, comerciando, recorriendo el país y haciendo amigos en todas partes, por lo que no comprenden la actitud de sus paisanos. Les duele ese "España nos roba", cuando precisamente ellos han sacado tajada de la comprensión y afecto del resto de españoles. El problema es que su voz es chiquita y saben que en su región no les escuchan. Me dicen que los más partidarios de la independencia son los españoles de otras regiones y que están arraigados en Cataluña. Sin ir muy lejos, en mi propia familia me encuentro con ese caso, dos sobrinas, una nacida aquí y otra en Segovia, que fueron a la manifestación haciendo la V de victoria. Comprendo que la tierra es donde comes, pero la original siempre queda grabada en el corazón, es como la madre que nunca podrás olvidar.
Al final no pasará nada, aunque estoy seguro que esto no es una película sino una serie en cuyo último capítulo aparecerá el "continuará..." Éstos caerán y otros vendrán, y no creo que ni el ejército pueda impedirlo, aunque quizás eso es lo que buscan, agitar a las masas, actuación contundente de los servicios de seguridad del estado, y enfrentamiento callejero. Quizás sea mejor darles la independencia.
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