La ponencia ideológica del PNC en su VII Congreso, celebrado en 2001 apuntaló, debatió las consideraciones y apartados políticos que daban definición a lo que dimos en conceptualizar como soberanía compartida. Por lo tanto, esto no es nuevo para nosotros. Fueron 11 los principios o aspectos políticos propuestos para que, cuando se tuviera poder o las circunstancias sociopolíticas lo propiciaran ante una futura modificación constitucional, pudieran ejecutarse y desarrollar.

Estos comprendían desde la creación en el Parlamento de Canarias de una Comisión Permanente que estudie la viabilidad o no de la aplicación en Canarias de los preceptos constitucionales y de las leyes orgánicas del Estado, pasando por la articulación de la nación canaria con un gobierno de máximas competencias, que entretanto, si se desarrollara el artículo 150-2 de la vigente Constitución, serían en parte satisfechas; o una política de desarrollo sostenible; freno a la explotación y al deterioro de nuestras islas a través de un pacto para consensuar políticas urbanísticas medioambientales que atiendan a nuestra característica geográfica, así como un plan cultural para Canarias y políticas sociales y adecuadas del trabajo; hasta una educación para el mundo y para Canarias con incorporación e impartición de contenidos canarios, y coordinación real y eficiente entre las dos universidades con un plan de investigación y desarrollo acorde a nuestra realidad atlántica y tejido industrial incipiente. Más adelante, en el VIII Congreso, todo esto se reforzó y actualizó con el Manifiesto Nuevo Siglo, que es la hoja de ruta política por donde debe conducirse el nacionalismo canario.

Y en el ultimo congreso, el X, la ponencia ideológica redundó sobre la cuestión, pero con más énfasis si cabe, en lo referente a la modificación del Título VIII de la Constitución para que se diera cabida a territorios soberanos que, sobrepasando un federalismo asimétrico, se lograra un Estado confederal, aspiración máxima de una nación en un mundo interrelacionado, donde las partes pactan, negocian y comparten soberanía que hoy nada tiene que ver con la soberanía decimonónica.

Los nacionalistas no debemos ni tenemos por qué ser timoratos a la hora de mantener como prioritario dentro de nuestro pensamiento político lo de soberanía compartida entre el Estado español-Canarias. Máxime cuando no son las fronteras físicas las que delimitan los territorios, puesto que la modernidad nos indica que son las culturales las que definen e identifican ("el nacionalismo es una actor no moderno que crea modernidad").

El PNC ha aportado la conceptualización ideológica de soberanía compartida porque hemos entendido que ese desarrollo político-institucional es el que debe instaurarse en Canarias y de la misma manera que lo pretenden Euskadi y Cataluña el quedarnos atrás sería un suicidio como territorio diferenciado por la geografía, por la historia y, sobre todo, por nuestra especifica y rica carga cultural.