Si quieren comprobar lo que es la triste y dura realidad, si quieren darse la vuelta y volver por donde han venido con el rabo entre las piernas, vayan un momento a los Juzgados de lo Social en la avenida Tres de Mayo. Si quieren reflexionar con ustedes mismos, aquello de que cuando uno piensa que está mal, siempre hay alguien que puede estar peor, vayan por allí, y quédense 5 minutos mirando.

Hace unos días estuve. Pasaba por casualidad. Salió un hombre gritando, estrujando papeles y discutiendo con el que parecía ser su abogado. Vociferaba el susodicho: "Un año para la sentencia de mi despido, va a tardar un año, un año para cobrar mi despido; qué voy a hacer". El abogado trataba de consolarle con aquello de que la justicia es más lenta que el caballo del malo.

Han subido las tasas judiciales, hay más procesos de todo tipo en curso, las montañas de papeles se comen a jueces y funcionarios. En una de las mesas, la tonga de legajos era tan alta que solo se veía las manos del auxiliar, trajinando aquí y allá. Tener que ir al Juzgado nunca fue un acto festivo, pero ahora se ha convertido en un suplicio insoportable. Los funcionarios están sobrecargados y malhumorados. La desesperación asoma por cada esquina. El caballo del malo, además de malo, se ha quedado cojo.

@sdnegrin