1.- Cuando uno se va de viaje, con las hijas ya criadas y capaces de defenderse en la vida, con sus carreras terminadas, hay unos personajes a los que te da pena dejar atrás. A mí me pasa, no sé a ustedes. Y son los dos "yorkshire" que cada día me alegran la vida. Estamos, Loli y yo, de viaje por Andalucía y no de placer, sino por temas médicos. Y cada día tenemos que llamar a casa para preguntar por los perros: si han comido, si están tristes, si les falta algo. Están acostumbrados a vivir con nosotros y posiblemente creerán que los hemos abandonado, tantos días sin vernos. Seguramente me estaré volviendo un viejo chocho y carrucho, pero qué le voy a hacer. Los perros le alegran a uno la vida sólo con su presencia. Ya he dicho que cuando escribo, siempre, de día o de noche, está la joven "Mini" a mis pies y "Koki" va y viene, arrastrando sus trece años, pero todavía ágil y capaz de defender la casa con sus ladridos. Muy de vez en vez mantienen un rifi-rafe entre ellas. Pero se soportan. Todavía me asombro cuando leo en la prensa noticias sobre malos tratos a los animales. No lo comprendo. El otro día fue detenido un rumano, en la península, por maltratar al ganado y a animales domésticos. Le va a caer encima una condena ejemplar y me parece bien. Hay que endurecer las leyes que defienden a los animales, dar instrumentos a los jueces para que puedan castigar a los autores de ese desmán. Hay gente muy cruel todavía en un país cruel por naturaleza, que organiza guerras civiles, corridas de toros, lanzamientos de cabras desde el campanario y apuñalamiento de un pobre animal que corre, despavorido, por las calles de un pueblo.

3.- Estoy de viaje, ya lo saben, y hoy me he acordado mucho de mis perritas. También de "Mentecata", la guardiana de la casa, la bull-dog celosa de los dominios de su jardín, donde es la reina absoluta. El mundo de los animales es también un mundo maravilloso. No piden nada a cambio, sólo un poquito de cariño. Te obedecen a la primera, no protestan, se fían de su dueño, aunque éste no esté a la altura. Los animales son una bendición y mucho más agradecidos que los humanos, más inteligentes quizá pero menos entrañables. En fin, que me apetecía rendirles hoy un pequeño homenaje, aún a costa de que ustedes digan que me vuelvo viejo carrucho y sentimental, lo que tampoco, la verdad, me gustaría.

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