1.- Han hecho del centro de Málaga una zona de ocio de primer orden. Al margen de la calidad extrema de sus construcciones y de la belleza de sus parques y de sus monumentos, Málaga es una ciudad señorial que tiene un centro peatonal espléndido. Cuando veo todo esto, qué pena me da de Santa Cruz, de esta urbe costera abandonada a su suerte, que no levanta cabeza. Málaga ha resuelto su relación con el puerto: está abierto a la ciudad y al ocio. No hay fronteras, ni muros: el puerto es la ciudad y la ciudad es el puerto. ¿Por qué nosotros, en Santa Cruz, hemos establecido esas absurdas fronteras con el mar, llenas de vallas y de muros? Hacía muchos años que no estaba en Málaga y me he llevado una gratísima sorpresa. Incluso me ha dado tiempo de visitar la catedral, "La Manquita" la llaman, porque le falta una torre. La ciudad tiene un ritmo vital espléndido, el centro está lleno de gente a todas horas, incluso los domingos.

Las calesas se alternan con un tráfico denso, pero ordenado. Y Picasso reina sobre todas las cosas, con su parque, su casa natal, su museo y la veneración que le profesan aquí al pintor universal. Mi interés por Picasso nació en Nueva York, cuando fui a contemplar el "Gernika" en el MOMA, antes de que lo trajeran a España. ¿Qué decir de las señoritas de Avignon, que siguen allí? Para mí Picasso es el no va más, el genio. Los recuerdos y las fotos de Picasso se amontonan en los expositores de las calles adyacentes a la de Larios, atestadas de turistas. No hay épocas ya para el turismo, porque llega durante todos los meses del año.

3.- Imagino a Santa Cruz con turistas. Pero, ¿qué les damos? No les damos nada, no hay atracción, no hay incentivos, los comercios han caído en picado. ¿Por qué va a venir el turismo a Santa Cruz? No tiene motivo alguno para hacerlo. Nos hemos quedado atrás. Es curioso, paseo por Málaga pensando en Santa Cruz, donde no hay nada que ofrecer, ni rutas que hacer, ni sitios para divertirse. Santa Cruz es un muerto viviente y no se hace nada por resucitarla. Voy a cenar, invitado por unos amigos: conchas finas, gambas de Huelva, coquinas de Punta Umbría, un jamón extraordinario, un queso fuera de serie y mucha gracia en el servicio, todo regado con cerveza Cruz Campo y, de postre, un excelente "Málaga". No me quiero ir de aquí, pero tengo que seguir ruta a Jerez de la Frontera, pasando por Algeciras, con el Peñón al fondo, entre la bruma, más negro que de costumbre. El coche corre hasta Jerez.

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