El cierre de la playa de Las Teresitas ha supuesto una contrariedad para muchos santacruceros durante este fin de semana. No obstante, se trata de una medida adoptada sensatamente por las autoridades municipales. Los residuos, lodos y hasta animales muertos arrastrados hasta la playa por la riada del 19 de octubre desaconsejan su uso hasta que no se garantice la salubridad de las aguas y sea retirado todo el material de aluvión. Es un fastidio, como decimos, pero se impone la paciencia en aras de la seguridad.

Seguimos con las inundaciones. Nos han informado de que la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, llamó desde el primer momento al alcalde de Santa Cruz para ofrecerle cuanta ayuda pudiese necesitar. En concreto, puso a su disposición la Unidad Militar de Emergencias, que llegó a realizar alguna intervención en la limpieza de recintos en la ciudad. Asimismo, el Gobierno central ha agilizado una partida económica para acondicionar los accesos a la playa de Las Gaviotas.

Nos hubiese gustado -y así lo hemos dicho, al igual que lo ha hecho alguno de nuestros articulistas- que la señora Hernández Bento al menos hubiese hecho acto de presencia en Santa Cruz al día siguiente de producirse las inundaciones. La historia nos demuestra que las visitas de las autoridades casi siempre sirven para poco. Rodríguez Zapatero vino a Canarias, celebró un Consejo de Ministros en Las Palmas, le prometió al presidente regional una inversión de 25.000 millones de euros en diez años y regresó a Madrid tan contento como vino. De esa lluvia de millones todavía no hemos visto un céntimo. A lo mejor acabamos inundados no de agua sino de dinero el día que el PSOE regrese al Gobierno de España, pero no albergamos muchas esperanzas.

Queremos decir con esto que, puestos a elegir, mejor será siempre que nos den las ayudas, como la gestionada con acierto por la delegada del Gobierno, que recibir una visita casi siempre con ciertos ribetes de hipocresía. No obstante, el apoyo moral que proporciona la presencia física de las autoridades también es importante. A la señora Hernández Bento, que cuenta desde hace tiempo con el afecto de esta Casa, le costaba poco acudir a Tenerife y confirmar que no solo es la delegada del Gobierno en Las Palmas sino en toda Canarias, incluida la más extensa y más poblada de las Islas. Consideramos que lleva años realizando una buena labor en un puesto difícil -como lo demuestra el fracaso que ha cosechado algún antecesor suyo cuyo nombre hoy no nos apetece citar-, pero pasaría del notable al sobresaliente si saliese más veces de Las Palmas.

Por lo demás, iniciamos una semana sin acontecimientos dignos de destacar. Es una buena noticia que los bancos españoles hayan superado la prueba del Banco Central Europeo sin necesidad de capitalizarse aún más. Alguien puede pensar que esto nos queda un poco lejos, pero ya nada queda demasiado lejos de nada en este mundo globalizado. Confiamos en que poco a poco esos buenos datos macroeconómicos se traduzcan en empleo y en ingresos para las familias, pues continúan siendo muchos los hogares canarios en los que todos sus miembros están en paro.

Coincidimos con la CEOE-Tenerife en que no podemos seguir aplicando políticas activas de empleo que fueron diseñadas en períodos de bonanza. Decisiones que pudieron tener alguna validez en su momento, pero que hoy están desfasadas. Afirma la Patronal tinerfeña que Canarias necesita nuevas medidas. Actuaciones de reactivación y dinamización para los sectores económicos que se consideren prioritarios. Estamos de acuerdo, pero siempre que no nos quedemos en el mismo discurso de todos los días. Ya sabemos que es necesario reactivar la economía. Somos conscientes de que es imprescindible favorecer la creación de empleo. Lo que necesitan urgentemente esos 362.000 canarios sin trabajo es que alguien les diga y nos diga cómo debemos actuar para generar ese empleo. Los consejos y las recomendaciones están bien en una primera fase, a estas alturas ya superada. Lo que procede es actuar con urgencia sin perder ni un día más en discursos teóricos o florituras.

Añaden los empresarios que no se puede desligar la actividad económica del empleo, y el empleo de la formación. También en esto estamos de acuerdo. Pero mientras logramos engranar esa maquinaria, ¿por qué no empezamos por una reducción de impuestos y una reforma laboral más profunda que les haga más fácil a los empresarios contratar al serles también más fácil despedir al personal que, en un momento dado, no pueden mantener?