Que de la organización vasca Basta Ya -uno de los pocos bastiones de resistencia activa al terrorismo- saliera una opción política con ambiciones electorales fue para mí una gran noticia. Como conocí la Dictadura, vivir en una democracia me parecía estar en un marco donde cualquier resultado electoral no suponía ninguna conmoción ni algo intolerable.

Pero con Zapatero comencé a sentirme muy incómodo. Me recordaba mi incompatibilidad personal con el franquismo. En qué se podría asimilar Zapatero a Franco, siendo dos sistemas opuestos... Pues sí, en la radicalidad ideológica de exclusión con la negación de legitimidad ahora de la derecha, sectarismo, revanchismo, revisión (tardocombatiente) de la historia, en el relato de buenos y malos, santificaciones, exacerbación del nuevo nacionalismo (ahora periférico), además del insufrible "buenismo". Todo lo que como ciudadano detesto me lo servían en bandeja Zapatero y su coral. El adalid del progresismo posmoderno deprimía.

Ya que no se podía derribarle, sí se podía contrarrestar, o por lo menos combatirlo ideológicamente. Además de estar en la fundación de UPyD en Canarias, colaboraba con Ciutadans y Unificación Comunista de España (casi suicidas en el País Vasco). Como un auténtico leninista tenía todos los compañeros de viaje posibles.

En el núcleo fundador de UPyD en Canarias estábamos muy unidos y se reunían con nosotros un par de elementos de Ciutadans.

Comprobaría más adelante que es muy difícil crear un partido. La avalancha de oportunistas y aventureros es casi imparable. Una vez le dije a Rosa Díez que parecía que Antonio Muñoz Molina dudaba en entrar al partido, a lo que me contestó que allá él. No le dio la más mínima importancia, cuando podía haber dicho "pues estaría muy bien" o "a ver si lo convencemos". Una suficiencia de emperador romano.

Mis compañeros del núcleo hablaban ya de partido bisagra, y yo les refutaba diciendo que nunca lo iba a ser -ya queríamos unirnos a Ciutadans-, y que esa no era la cuestión, que había que abrir otra corriente de pensamiento, otra reflexión política: defender la inclusión de todos y la integridad y cohesión de España.

Aún no habían llegado las elecciones de 2008, y ya opinaba que UPyD era un partido oligárquico con un buró político reducido a Rosa, Martínez Gorriarán, Buesa entonces, otro de Basta Ya y el organizador. Pero que no había mejor punta de lanza. Que provenientes de Basta Ya se tenían por resistentes ante la abdicación general de los vascos frente al terrorismo, héroes viviendo con cuatro escoltas, y que gente así era lógico que fuera a por todas y se tuviera por autosuficiente. Ellos sí habían resistido, además algunos en el mismo San Sebastián. Oponerse a las armas sin armas es sicológicamente como haberlas portado. Habían combatido en soledad y solo tenían fe en sí mismos, interpretaba yo.

Fui a Madrid a un consejo del partido, donde pasé el sábado más interminable y aburrido de mi vida en la capital. Confirmé mi rechazo a organizaciones, disciplina y unanimidades. Por la tarde desaparecí.

Por la mañana se debatían políticas sectoriales. Se habló de religión, si debía ser un partido laico o aconfesional. Se votó y salió laico, lo que no gustó nada a Rosa y Martínez Gorriarán, por lo que los dos empezaron a argumentar que ese no era el resultado deseable y en un momento decidieron que se iba a volver a votar. Alguien dijo que eso no era democracia y que ya se había votado. Se volvió a votar y salió lo que querían.

Seguí contra Zapatero y su España "buena" que dominaba la calle. Días después de las elecciones de 2008 supe que yo ya había terminado.