Andan revueltas en estos tiempos las aguas municipales. Nos ha sorprendido que el alcalde de Arona, Francisco Niño, se haya quedado solo en la defensa del expediente para conceder 28 nuevas licencias de taxis. La Comisión de Régimen Interior dejó sobre la mesa el informe firmado por el propio alcalde, que en esta ocasión no ha contado con el respaldo ni siquiera de los concejales de su grupo de gobierno. Como informábamos ayer, un ejemplo más de la división de CC en ese municipio.

Una división en este partido que se extiende a otros ámbitos porque, como es sabido, en las semanas previas a la designación del candidato a la presidencia regional, tanto Paulino Rivero como Fernando Clavijo señalaban que al día siguiente toda esta formación política se uniría como una piña para apoyar al elegido. No está siendo así ni mucho menos. Las heridas han sido demasiado profundas para que cicatricen con una simple tira de esparadrapo. Hacen falta muchos puntos de sutura y todavía no han encontrado al cirujano capaz de darlos. A Paulino Rivero le han enviado claros mensajes de que no siga diciendo inconveniencias. La ocurrencia de la soberanía compartida ha caído muy mal en el entorno de Clavijo, Carlos Alonso y todo el grupo de los renovadores. El destino político de Paulino Rivero dependerá de cómo se porte de aquí hasta mayo de 2015, dicen sin miedo a ser oídos los que se agrupan en torno al nuevo candidato. Por lo demás, consideran muy nefasta la influencia que está ejerciendo sobre el presidente el comisionado para el desarrollo del autogobierno, Fernando Ríos.

Una vez más lamentamos esta situación. Pese a los gravísimos problemas que tenemos, intuimos que los siguientes meses serán bastante hueros en la toma de decisiones importantes, por mucho que Rivero les haya encomendado a sus consejeros que trabajen hasta el último día con toda la diligencia posible. Fruto de este paréntesis que se ha abierto a la espera de que llegue mayo de 2015 son las críticas contra el Gobierno realizada por la Federación de Asociaciones de Jefes de Policías Locales, por no atender sus demandas para contar con una carrera profesional o una formación adecuada. Acusan al Ejecutivo regional de haber tirado a la basura los 2.200.000 euros que en su momento pagó por un programa informático destinado a servir de base de datos para unificar la elaboración de informes en los cuerpos municipales. Según los representantes de los policías locales, varios años después de adquirir este sistema nadie lo utiliza; ni siquiera los municipios en los que se implantó como experiencia piloto, que fueron los de Adeje y Puerto del Rosario.

Nos hemos acostumbrado a hablar de millones de euros como si fuesen millones pesetas, pero no es así. Dos millones de euros es mucho dinero. Esa cantidad no ha caído del cielo como les caía el maná a los israelitas cuando deambulaban por el desierto en busca de la tierra prometida. Ese dinero ha salido del bolsillo de los trabajadores y empresarios de estas Islas, que se lo han tenido que ganar con el sudor de su frente. Sin embargo, aquí sigue sin pasar nada. Nadie dimite, nadie es cesado, a nadie se le piden cuentas. Cuando salta uno de estos casos a los medios de comunicación se produce un gran revuelo -eso que ahora se llama alarma social- pero el escándalo se apaga pronto y queda olvidado. Y así una y otra vez.

Mientras tanto, Mariano Rajoy rechazó ayer las acusaciones de Coalición Canaria de haber incumplido sus compromisos electorales con las Islas. Según el presidente del Gobierno central, el Archipiélago se está beneficiando de la recuperación económica al igual que las otras regiones españolas, con una financiación que ha mejorado. Rechaza Mariano Rajoy la visión negra y pesimista de los nacionalistas canarios al apuntar que ha habido avances muy importantes en el REF y destacar un crecimiento del 11% del turismo. Admite que en Canarias hay dificultades, como en las demás comunidades autónomas, pero que las cosas no van tan mal.

A nosotros nos parece que tener un diez por ciento más de desempleo que la media española no es nada bueno; más bien todo lo contrario. No obstante, reconocemos que a 2.000 kilómetros de distancia los problemas se ven de otra forma.