1.- Escribo entre la bruma, así que no me atribuyan otro pesimismo que el paisajístico, aunque el paisaje, como creo que les he dicho, vincula. Se quejan mis amigos que desde mi jubilación he aflojado bastante, pero de vez en cuando me lanza la gente algún piropo del tipo "usted no parece un jubilado", aunque enseguida añade: "Al menos en apariencia". Sí imprime carácter la condición de jubileta, que es la carrera hacia el final, te guste o no. Pero mientras estemos aquí, resistiremos, a pesar de los telediarios y de los programas basura, que son realmente los que se están cargando el país, sin olvidar a los que meten la mano en la saca, que cada vez son más, por lo que vemos y escuchamos en los telediarios y en los programas basura. Ahora están todos contra , al que le achacan haber tardado tres días, de domingo a miércoles, en comparecer para explicar "lo de Cataluña". Yo creo que ha sido lo mínimo, porque no va aparecer a las doce de la noche del día "D", como si fuera él quien hubiese convocado la consulta.

2.- Yo creo que el tal Sánchez, el del PSOE, pertenece a la misma estirpe de Zapatero; es decir, un tipo sin alma. Compárenlo con Felipe González, por ejemplo. En Sánchez no hay nada, tiene la cabeza hueca. Lo que dice no tiene ningún sentido y acabará de vicepresidente con el de Podemos, ya lo verán. Yo creo que el principal problema español no es la corrupción, que también, sino las personas que gobiernan. Y este Sánchez, repito, no tiene nada en la cabeza. Y, además, lo demuestra todos los días. No vale la pena.

3.- En este país sobran ruedas de prensa y los debates parlamentarios sin sentido. Ha dicho Sánchez que quien tiene que aportar soluciones "a lo que pasa" es , porque es quien está gobernando. Como si la oposición no tuviera la misma obligación de ofrecer propuestas para el mejor gobierno de la nación. Mientras en España se siga creyendo que Gobierno y oposición son enemigos y no adversarios, mal asunto para España. No habrá forma jamás de gobernar bien, ni de oponerse de una manera coherente y razonable. Es el asunto de las dos Españas, sólo que aquí no le hiela el corazón a usted y a mí una de ellas, sino las dos. Mientras sigan peleándose y tirándose la puerta en las narices unos a otros aquí no habrá manera de entenderse. Es triste, pero es cierto. Y eso que, como les escribo envuelto en brumas, no quería achacar mi pesimismo al paisaje. Era al paisaje humano, no al otro.

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