Desconozco, a la hora de escribir estas líneas, lo que ha podido decir Fernando Clavijo en la rueda de prensa convocada sobre la marcha para ayer a las siete y media de la tarde. Podía haber esperado, ciertamente, pero prefiero hacer como aquel juez -era un juez pero podía ser cualquier otro profesional- del que les he hablado en alguna ocasión. Un señor, ya cercano el día en el que se iba a jubilar, que guardaba los periódicos al menos tres meses antes de leerlos porque consideraba que las noticias había que dejarlas reposar para comprenderlas mejor. A día de hoy -y han pasado más de 30 años- sigo sin saber si me lo dijo en serio o me estaba tomando el pelo.

Sea como fuese, tres meses no pero 24, e incluso 48 horas, sí parece oportuno esperar antes de hincarle el diente a algunos asuntos, si al final realmente hay algo digno de ser comentado, naturalmente. De momento me quedo con una frase que me dijo un catalán -más bien un charnego un tanto golfo que se dejó caer por Tenerife- cuya máxima para cualquiera de sus actos era escueta y comprensible: "No se puede ir por la vida con un zapato y una alpargata; o va uno con zapatos, o con alpargatas". En Canarias diríamos cholas en vez de alpargatas, pero tampoco es cuestión de ponernos vernáculamente exquisitos.

Acaso sea un sarcasmo que la incompatibilidad de las cholas y los zapatos me la recordase en su momento un catalán porque eso es lo que ha estado haciendo Mariano Rajoy, durante meses, con el referéndum -la consulta o lo que sea- de Arturo Mas. Gallego de pura raza, piensa el presidente del Gobierno de España que todo se resuelve con la tibieza de quienes sólo saben nadar entre dos aguas o que, aun dominando otros estilos natatorios, prefieren la ambigüedad porque consideran rentable posponer cualquier decisión. Yendo al grano, ante el desafío secesionista podía Rajoy haber cedido y permitir la convocatoria de una consulta en toda regla -mejor si era él mismo quien la convocaba- o, si consideraba que tal pretensión no cabe en la Constitución, como de hecho no cabe, podía haberla impedido con todos los medios legales a su alcance. Y aplicar todos los medios suponía, ni más ni menos, desplegar a la Policía Nacional y Guardia Civil ya que recurrir a los Mozos de Escuadra -quienes, ya que estamos, usan alpargatas cuando visten de gala con sombrero de copa- no parece que hubiese sido de ninguna eficacia.

Una consulta en toda regla difícilmente la hubiesen ganado los independentistas. Ya dijo Maquiavelo que se le hace más daño a un hombre quitándole su fortuna que matándole a su padre. Los catalanes son muy suyos pero la pela era la pela y ahora el euro es el euro. Abandonar España, y por ende la UE, no les sale a cuenta. Y si ganaba la secesión, pues qué se le va a hacer. Cada uno por su camino. Eso sí, con todas las consecuencias. Es decir, fronteras, aduanas y lo demás hasta que Cataluña vuelva a entrar en el club europeo, dentro de no se sabe cuánto tiempo. Lo dicho: con cholas o con zapatos, pero un calzado en cada pie no porque termina uno por hacer el ridículo.

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