Pasados catorce meses desde mi renuncia voluntaria a la Presidencia del Cabildo de Tenerife, y habiendo estado durante este tiempo contemplando el "bosque" desde fuera, me he animado a escribir con regularidad en los principales periódicos de nuestra tierra. Lo hago gracias a la amabilidad de los responsables de estos medios y por dos razones, fundamentalmente: reiterar los motivos de mi marcha a un número creciente de personas, que todavía hoy me lo preguntan, y manifestar mi opinión sobre noticias surgidas a diario, que tanto desconcierto y preocupación causan entre muchísimas personas, tinerfeños de buena voluntad que no pueden explicarse lo que sucede.

Aunque ya lo dije con anterioridad, llegado el momento de mi salida, confieso el gran honor de haber sido el vigésimo noveno presidente de la Corporación insular y de que durante 14 años, 2 meses y 11 días tuve la ocasión de dirigir a un excelente equipo de mujeres y hombres, tanto como miembros de los equipos de gobierno como personal funcionario y laboral de la institución y de los organismos autónomos y empresas participadas. Además, con carácter previo, ejercí también como vicepresidente, durante algo más de 12 años. Por lo tanto, he completado mi labor en el Cabildo durante 26 años y 12 semanas, lo cual es más del doble del tiempo acumulado por cualquiera de los excelentes presidentes y vicepresidentes que me precedieron. Lo puedo afirmar con conocimiento de causa, porque de ellos he aprendido que Canarias es posible pero siempre desde la base del equilibrio interinsular. O lo que es lo mismo, a través de la representación institucional de sus respectivos cabildos.

El Cabildo de Tenerife siempre se ha escrito con mayúsculas, resultando el elemento fundamental para hacer posible Canarias, algo sobre lo que puedo citar dos ejemplos. El primero de ellos, en tomo al testimonio del director de una importante fundación de estudios de postgrado (MBA-Master en Administración de Empresas), quien afirmó públicamente, hace dos años, que "el caso del Cabildo de Tenerife se estudia y se pone como modelo a seguir en los MBA de universidades de Sevilla, Barcelona, Madrid y Lisboa". El segundo tiene que ver con el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, que sostuvo, en un foro organizado por la Fundación Democracia y Gobierno Local, hace aproximadamente año y medio, ante un centenar de máximos responsables de los principales gobiernos municipales y diputaciones: "Los Cabildos -referidos a Tenerife y Gran Canaria- son muy importantes porque son muy eficientes. Sus cuentas son estudiadas, analizadas y alabadas".

No cabe duda de que nuestro Cabildo ha sido y es uno de los más solventes e importantes dentro del panorama de las corporaciones locales españolas. De ahí que lo más cómodo y fácil para mí hubiera sido terminar el mandato al frente de esta corporación. Sin embargo, entiendo que mi obligación con el pueblo tinerfeño, al que le debo todo y al que siempre le estaré profundamente agradecido, era entregar el relevo a un nuevo presidente capaz de asumir los retos que en los próximos años tendrá nuestra tierra. Pero esa persona tenía que darse a conocer a los tinerfeños y demostrarles su valía y capacidad de trabajo, tarea para la que necesitaba un mínimo de 18 meses. Una vez concluido este periodo, los habitantes de esta Isla podrán decidir en las urnas, con conocimiento de causa, si quieren o no que esa persona continúe presidiendo la institución.

Por otro lado, tres fueron los motivos por los que elegí el lunes 16 de septiembre como fecha para materializar mi renuncia. El primero, porque era el primer día laborable tras la celebración de la festividad del Santísimo Cristo de La Laguna (14 de septiembre), del que quería despedirme oficialmente y agradecerle todo su apoyo. El segundo, porque el presupuesto del Cabildo para el ejercicio de 2013 estaba prácticamente ejecutado y había que iniciar, como sucede en esas fechas, la elaboración del correspondiente a 2014, cuya ejecución le incumbía íntegramente al nuevo presidente. Y el tercero, porque este Cabildo, gracias a las políticas presupuestarias y financieras realizadas en los ejercicios de 2010, 2011, 2012 y 2013, cumplía todos los requisitos de una corporación saneada, solvente y eficiente.

Será este último el motivo al que me referiré en mi próximo encuentro con los lectores de EL DÍA, con el agradecimiento a todos los equipos de gobierno con los que trabajé, de forma muy especial a quien se responsabilizó de las finanzas del Cabildo, con gran acierto, durante los catorce años de mi presidencia. Muchas gracias a los lectores y a todos los tinerfeños.