Dentro de unos días, o ya, entre el 15 y el 20, el buque "Rowan Renaissance", que está alquilado por Repsol se situará frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura para emprender la desagradable aventura-negocio de perforar el subsuelo marino hasta 5.000 metros de profundidad.

Este buque, construido en Corea del Sur, se estrenó en 2013 en un sondeo en Namibia con resultado negativo, pasando luego a Angola, cuyas prospecciones efectuadas la están evaluando y desde allí a Canarias.

Este barco o plataforma se acompañará de cuatro barcos auxiliares para observar el daño que se le hará a los cetáceos y los dispositivos que se pondrán para que esto no suceda y con una red de sismógrafos para detectar y corregir posibles seísmos que puedan provocar los trabajos que se efectúen.

El contrato de Repsol con la compañía propietaria, Rowan, tiene una vigencia de dos años y costará 500.000 euros al día. Con lo cual se deduce que las ventajas que tendrá la multinacional para enjugar todos estos gastos, más los de personal y técnicos, los tendrá compensados con creces, aunque invierta 200 millones de euros en los primeros sondeos, que durarán dos meses.

Todo esto del barco está bien. Que esté preparado para no dañar y sí para esquilmar; barco o plataforma decidida para que Repsol obtenga el gran negocio y ponga al borde de un riesgo innecesario las costas canarias; barco o plataforma que desde la tozudez del gobierno español hará posible que se cree un conflicto -deseamos que no- entre Marruecos , España y la Republica Saharaui Democrática, puesto que se va a intervenir en aguas que dicen son españolas, limitadas por una mediana virtual que, si se obtiene petróleo, Marruecos no se quedará con los brazos cruzados, y menos aun el pueblo saharaui puesto que el Sahara Occidental tiene pendiente un contencioso internacional no resuelto aún por la ONU.

Este asunto del petróleo, que ha venido desarrollándose e implantándose en la conciencia de la mayoría del pueblo canario desde tiempo, parece ser que inicia el principio de su finalidad, y que lo que se ha dicho que va repercutir favorablemente en los presupuestos de Canarias será pura fanfarria puesto que lo que se sabe, y no hace falta repetirlo una vez más, es que el negocio de Repsol está asegurado y el desaguisado que se propicia también.

Veremos si la tierra se mueve o no; si los cetáceos desaparecen o tiñen de rojo el Atlántico; y si la marea negra inunda las playas de Lanzarote y Fuerteventura; y si transitarán buques que puedan colisionar unos contra otros. Puede que todo trascurra con normalidad, que Repsol engorde su cuenta de resultados y que dejemos la fiesta en paz, Pero si no, ¿qué?