Chiquito sopicaldo borboteando entre fogones, como olla podrida con peste de miasmas y efluvios de potpourri en descomposición. COFELY, empresa filial española de la francesa GDF SUEZ, especializada en optimizar recursos energéticos y, ya de paso, presuntamente, negociar sobornos a cambio de contratos multimillonarios en el país de las mil y una posibilidades de corrupción; donde "no todos son igual", pero cada día aumenta progresivamente el número de imputados hacia un penoso desenlace final, cuando solo algún cargo público honrado sea rara avis, pieza única de museo para veneración popular.

En este escenario propicio, la especulación francesa pareció encontrar acomodo para su tercermundista tratamiento colonialoide, como explotación sistemática de recursos millonarios en beneficio propio, a cambio de favores puntuales a los jefes de cada tribu; en perjuicio, claro está, de los nativos cazadores-recolectores.

Para sí habría deseado este guion aquel Tito Livio tan propenso a novelar hazañas bélicas. Pues apareció, como ángel vengador, la Unidad Central Operativa de nuestra Guardia Civil para actualizar las Guerras Púnicas del historiador mediante una operación táctica, centralizada en un foco llamado COFELY y, a partir de ahí, planificar la estrategia dirigida a invadir masivamente los espacios ocupados por los enemigos del pueblo, reyezuelos ladrones y corruptos, camuflados en cargos públicos, con los tesoros de su rapiña escondidos en paraísos fiscales.

La película sigue en marcha, con suspense incluido. Pero mientras aparecen nuevas secuencias que afectan directamente al espectador, Aena, en general, y Canarias, en particular, pueden ser víctimas propiciatorias. La primera, cómplice consentida e interesada. La segunda -la ciudadanía canaria- vejada, insultada y menospreciada, una vez más, por la deplorable gestión política de sus representantes directos, incapaces de defender sus intereses reales y los derechos fundamentales.

Como excepción, para dar validez a este drástico criterio, un personaje: Narvay Quintero Castañeda, senador de CC electo por El Hierro, contumaz y beligerante, el mejor informado sobre un tema vital para la supervivencia de nuestras Islas, cual es la conectividad aérea y el ámbito de la aviación; el único que justifica la existencia de una Cámara Alta, cuya "altura" poco suele tener que ver con los verdaderos intereses de los ciudadanos. Pero, en este caso, el senador Quintero se bate el cobre contra la implacable mayoría absoluta para, cuando menos, remover conciencias y poner en evidencia la ineptitud de sus señorías.

Por la vinculación operativa de la multinacional francesa con varios aeropuertos canarios, en una reciente intervención, al amparo de los arts. 160 y 169 de la Cámara, el citado senador presentó una pregunta múltiple sobre la Operación Púnica, a partir del arresto del director general y tres altos cargos directivos de COFELY, su vinculación con Aena y las posibles repercusiones negativas para Canarias: ¿qué contratos, y sus fechas, tiene Aena con COFELY?; ¿dónde están depositados?; ¿por qué cuantías y posibilidad de acceso?; ¿ha sido investigada Aena por la UCO de la Guardia Civil en relación con este asunto?; ¿puede afirmar Aena que todos los concursos que ha ganado COFELY se han basado en los principios de transparencia y concurrencia para una correcta adjudicación?

A la espera de estas respuestas, también están pendientes unas anteriores referidas a los deplorables efectos económicos de la implantación del AFIS de fin de semana en el aeropuerto de El Hierro, ante otro requerimiento presentado ante la Cámara con la misma contundencia por el mismo senador. Quedan la 5ª libertad del aire y varias cuestiones más.

En favor de la opinión pública y de los intereses de esta población, los medios de comunicación locales debieran prestar más atención a este senador cuya brillantez y buenas prácticas solo tienen repercusión en la prensa especializada, único aunque insuficiente espacio donde este firmante ha tenido acceso y conocimiento del personaje.

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