Me dicen que suelo ser reiterativo, que trato sobre un mismo asunto varias veces. Tienen razón mis contradictores, y la prueba es que ahora mismo voy a citar (¡otra vez y van...!) al bueno de don Camilo. Pero no piensen ustedes en el Don Camilo de Giovanni Guareschi, que es un ente de ficción. Yo quiero hablar de don Camilo José Cela, nuestro admirado Nobel. Y deseo hacerlo porque estoy leyendo el tomo 23 de sus obras completas y en él he podido encontrar detalles que deseo aclarar, si es posible, con la buena ayuda de ustedes. En el supuesto, claro está, de que ustedes estén interesados, no solo en don Camilo, sino en estos sabatinos artículos que suelo ofrecerles con la mejor buena voluntad. Ya veremos por dónde van los tiros.

En el periódico gaditano "La Voz del Sur" escribió el señor Cela, allá por el mes de agosto de 1952 (concretamente en la edición del día 27), esta frase: "sado a las pensiones del estado con los gastos pagos". Me he quedado de piedra porque yo, pobre de mí, hubiera escrito la palabra pagados en lugar de pagos. Y es que siempre he creído que la voz pagado es participio pasivo del verbo pagar, mientras que la voz pago la he empleado siempre como referida a poblacho, aldea, lugarejo... O sea, que la he considerado nombre sustantivo. Pero ya dije que me quedé de piedra porque, a pesar de todos los pesares, la autoridad académica admite la forma pago como participio irregular del verbo citado anteriormente. Tengo que pedirle perdón dos veces a don Camilo. Seguro que me perdonará, desde la otra vida.

Dije que serían dos perdones en lugar de uno. Y lo afirmo porque el escritor gallego, desde el periódico mallorquín titulado "Baleares", con fecha 28 de septiembre de 1950, había escrito: "El morito... al despertar, había maldito sus dientes". Estamos en el caso anterior porque yo hubiera escrito la palabra maldecido y no maldito porque a esta última palabra la consideré siempre adjetivo en lugar de participio. Pero el escritor de Iria Flavia ha vuelto a acertar. Valen los dos vocablos. Así que no he tenido un patinazo sino dos.

Me marca el señor Cela un tercer gol cuando escribe de prisa en lugar de deprisa, como lo hago yo desde siempre. Pero me dicen que valen las dos formas y yo me callo.

Sin embargo, no acierta el notable escritor cuando escribe: "Se fue como una ave que se interna en el mar". (La Voz del Sur, 14 de mayo de 1950). Y tampoco cuando escribe slogans en lugar de eslóganes. En la palabra falta una e al principio del vocablo y otra en la última sílaba. Claro que esto lo escribió el señor Cela con fecha 23 de enero de 1951. Debe ser que las cosas cambiaron después de su partida de este mundo. También en 1951, pero el 1 de mayo, escribió nuestro hombre: "veintiocho biznietos". Y vuelvo a disentir porque, para mí, bisnieto se escribe con ese. La verdad sea dicha, la Academia está más cerca de mí que del señor Cela, pero dice que también vale la otra forma de expresión. Terminaré loquito.

Quiero manifestar el más sincero de los agradecimientos a don Camilo por todo lo que me ha enseñado hoy. Pero antes de terminar quiero decir que mi agradecimiento es triple porque también me habló de la existencia de un verbo que yo no conocía. Me refiero al verbo industriar. Parece ser que significa instruir, enseñar, adiestrar, ingeniarse y bandearse. ¿Lo conocían ustedes, amigos? ¿Sí? ¡Qué suerte han tenido! Yo acabo de desayunarme con tan interesante verbo. Decididamente: ¡muchas gracias, don Camilo José!

Y perdónenme ustedes tantas reiteraciones.