Mi patrimonio es mi tiempo. Lo crean o no, es un patrimonio difícil de gestionar y obviamente tampoco se puede acumular. Se te escapa de las manos, llegando al final de tus días con la mochila vacía. Poco se puede hacer para cambiar esto salvo tener una vida sana, que proyecte felicidad y que te permita alargar un poco el capital que tenías acumulado cuando te dieron la oportunidad de llegar a este mundo.

La gestión de ese patrimonio, como otros, se basa en la elección. Desde chico vas eligiendo la dirección que va a tomar tu vida y en qué vas a invertir ese capital inicial. Eso es algo que también distingue tu tiempo del resto de bienes que posees. Tu tiempo es tuyo pero también es de los demás. Puedes dedicarlo en acumular riquezas o compartirlo con tu familia, tus amigos; o bien emplearlo en el trabajo, invirtiendo en los demás. Con el paso de los años te das cuenta de que la elección sobre qué hacer con tu tiempo se hace cada vez más difícil puesto que nos va quedando menos para rectificar una mala elección y ese tiempo compartido te impide a la vez ser radical en tus decisiones: la vida que compartes con los demás te hace más difícil cambiar radicalmente. Sigues un cauce que se hace poco a poco más profundo del que es progresivamente más difícil salir.

En mi caso, decidí emplear mi patrimonio en el interés general. Por eso me he dedicado fundamentalmente a la actividad pública, con cargos de responsabilidad política a nivel regional o insular pero sobre todo, como funcionario o empleado público. Es lo que hago ahora también como presidente del Cabildo. Esa ha sido la base de mi elección. Creo que es la mejor manera de emplear ese patrimonio; no elegí esta profesión de empleado público para acumular riqueza (creo que habría otros caminos más adecuados para eso) sino para trabajar en la creación de oportunidades y en organizar los intereses de los demás en la búsqueda de una mejor sociedad. Ese es el rendimiento que espero obtener en el balance de mi patrimonio, con el que te quedas al final de los días: las oportunidades que has creado para otros.

También uso mi tiempo con la claridad de que tengo que tener capacidad de elegir y libertad para hacerlo. Aunque sé que cada día se hace más difícil, la libertad para poder elegir lo que quieres hacer con tu tiempo es importante. Sobre todo si lo dedicas al interés general, de modo que no dependas de lo que no quieres depender. Dejar siempre opciones para hacer girar tu vida puede suponer más incertidumbre en tu desarrollo personal o en tu entorno pero también te da una enorme libertad incluso cuando tu tiempo se va acabando. Si el surco que estas recorriendo no te gusta, siempre vale la pena dedicar el tiempo que te queda de tu patrimonio en otra cosa y para eso tienes que tener capacidad de elegir.

Gestionar mi patrimonio en el interés general y con libertad para elegir. Esta es mi manera de pensar que he querido compartir hoy con ustedes. Mi tiempo es mi patrimonio aunque también entiendo que como cargo público interese conocer mi salario y mi patrimonio económico. Esta información también la he querido hacer pública a través de la página web carlosalonsotenerife.com que pueden consultar cuando quieran. Mi mayor patrimonio, sin embargo, no sale ahí. Como les dije al principio, mi mayor patrimonio es mi tiempo. El que dedico a mi familia y que les dedico a ustedes. Y ese es, gracias a dios, incalculable.