Es fácil hacer leña del árbol caído. Y aunque los senadores del PP de Canarias no sean exactamente una especie vegetal -al menos en algún caso-, durante los últimos tiempos se han semejado a troncos flotando a la deriva en el río de la disciplina del aparato. En el conflicto del petróleo no han podido tener una posición más desairada, obligados a defender los intereses perfectamente razonables pero inexorablemente distantes del Gobierno peninsular. Más peninsular que nunca al enfrentarse al mismo tiempo a los dos archipiélagos del Estado.

Las comparaciones son odiosas. Y la firmeza del PP de Valencia y de las Islas Baleares contra las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo ha sido una permanente bofetada a sus compañeros de Canarias. No puede ser tan bueno en aguas de las Islas lo que es tan malo en aguas peninsulares. Contra ese sencillo silogismo se desgastan todas las explicaciones del planeta.

Cualquier Gobierno de cualquier país del mundo aprovecharía un yacimiento de crudo dentro de sus fronteras (o fuera, como es el caso). La posición del Gobierno español y del Ministerio de Industria, a favor de las prospecciones de Repsol, es la que cabe esperar de una administración sensata. Lo que no tiene explicación es la excelsa torpeza con la que han manejado los incentivos, los tiempos y los discursos. Ni la exigencia a la tropa popular de Canarias para que defiendan ciegamente lo que no les toca.

Es ahora, al cabo de la calle, cuando se empiezan a poner sobre la mesa posibles beneficios económicos para los canarios. Es ahora cuando se habla de la mayor posibilidad de que haya gas, que resulta menos contaminante que el petróleo. Es tarde y mal cuando se intentan poner sobre la mesa otros argumentos que no sean el "esto se hace por mis santos cojines".

Demasiado tarde, me parece. El daño está hecho. Las prospecciones seguirán y culminarán, si hay algo rentable, extrayéndolo. Pero el PP de Canarias ha pagado un alto precio electoral por su disciplinada defensa de Madrid. Porque la gente ha podido comparar la conducta de unos y otros, de aquí y de allá, en el PP. Y en las islas han salido movidos en una foto que, para colmo, acaba intentando que comulguemos con la rueda de un molino. Porque es muy difícil de digerir que un informe medioambiental diga que las prospecciones dañan la flora y la fauna del Mediterráneo y otro diga que no daña la del Atlántico. Que no. Que lo han hecho, como se suele decir, con el trasero.

Pero no hay tragedia que no acabe con un último acto. En este caso en el escenario del Senado. Se vota allí una moción para subir los fondos destinados a las carreteras de Canarias y los senadores del PP disciplinadamente se oponen. No hay dinero, vivimos épocas de recortes y escasez, todo el mundo tiene que apretarse el cinturón..., los argumentos de siempre. Sólo que en la misma sesión, en el mismo Senado, en el mismo país, los mismos senadores de Canarias que votan en contra de poner más dinero para carreteras en sus propias islas votan a favor de poner más dinero para carreteras en Galicia.

Con 2.150.000 habitantes, a Canarias le tocan de los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año 256 millones. Con 2.700.000 habitantes a Galicia llegarán más de 1.356 millones. No hay manera humana ni divina de explicar que se haya votado por un canario a favor de subir más a quien tiene más. Sobre todo cuando Fomento va a invertir en el transporte ferroviario en la Península más de 4.557 millones de euros, en nuevas carreteras 2.100 millones y en programas de mantenimiento y mejora de redes otros 1.600 millones.

Las cifras son abrumadoras y los senadores del PP parecen haber seguido fielmente un desastroso lema: si dos errores no hacen un acierto, intenta tres. Mientras en Madrid dicen que amanece, en Canarias sigue todo más negro que el sobaco de un grillo. Y aunque los nacionalistas y socialistas se froten las manos por el aire político que les da este asfixiante centralismo, para los canarios es una verdadera desgracia. Lo curioso, como decía Alcántara, no es cómo se escribe la historia, sino cómo se borra.