En un mundo globalizado, uniforme, donde queda poco espacio para la originalidad -que es la vuelta a los orígenes- y para la cercanía, el comercio local resiste como una isla a la que acudir cuando se quiere un trato diferenciado y un producto de calidad que, además, crea puestos de trabajo en nuestro entorno más directo.

Créanme que hablo desde la experiencia, puesto que es, precisamente, el pequeño y mediano comercio el motor de la economía local, de los municipios y, en La Laguna, en concreto, una parte fundamental de nuestro tejido social y uno de los motivos de que el éxito de la ciudad haya traspasado fronteras y nos hayamos convertido en ejemplo de zona comercial abierta, premiada por el Ministerio de Comercio y modelo para muchas otras del Estado.

Un elemento indispensable en esa ecuación de la que ha resultado que, año tras año, no solo hayamos mantenido la creación de empresas, sino que la hayamos duplicado, algo poco común en el contexto actual que tiene que ver, sin duda, con el esfuerzo de las empresas locales por hacerse más atractivas manteniendo un espíritu que llama a la colaboración, en lugar de a la competencia feroz, lo que ha atraído, a su vez, a muchos nuevos emprendedores al municipio.

Somos conscientes de que los tiempos difíciles en los que aún estamos sumidos hacen que nos fijemos en ofertas a mayor escala, pero, en la medida de nuestras posibilidades, siempre que podamos, tenemos que apostar por el comercio cercano.

Hay que tener en cuenta que no son las grandes empresas, muchas de las cuales tributan en el exterior, quienes generan empleo. Son las pymes y los emprendedores, que contratan mano de obra local, fortalecen el tejido social y económico de su entorno y generan riqueza que revierte en el municipio en el que se alojan.

Por ello -yendo desde lo local a lo global- hay que aplicar políticas que apoyen al pequeño y mediano comercio.

A medio y largo plazo es beneficioso para nuestro entorno y para nosotros mismos, que estamos ayudando, con este gesto, a crear empleo estable y de calidad en nuestras ciudades y pueblos (más de 14.000 puestos de trabajo, solo en La Laguna), y contribuyendo, así, a un mejor futuro, más próspero, para nuestra tierra.

Lo mismo ocurre con el consumo en nuestras mesas de productos canarios. No solo son garantía de una mayor calidad, sino que, comprándolos, mantenemos muchos puestos de trabajo y creamos industria.

No solo en La Laguna, donde tenemos, desde hace años, varias campañas en ese sentido, sino en el resto del Archipiélago, apostamos firmemente por la puesta en marcha de políticas para potenciar el consumo de productos locales, tanto entre las grandes superficies comerciales -algunas de las cuales ya lo hacen- como en el sector hotelero y los propios consumidores.

Para nosotros, para todos los canarios, es fundamental potenciar nuestro sector primario, que a pesar de representar una parte mínima del PIB es estratégico en nuestro futuro como pueblo. Y no solo hay que conservarlo, sino, además, promover su crecimiento, mediante la potenciación del consumo de sus productos con el fin de aumentar su rentabilidad y hacerlo más atractivo para los profesionales.

Como ejemplo, tenemos en La Laguna las escuelas de verano para promover entre los más jóvenes este sector la promoción del consumo entre los ciudadanos, apoyando las diferentes líneas de comercialización y la mejora de la situación urbanística de muchas explotaciones. El apoyo y defensa de nuestros productos es lo que va a permitir que se pueda desarrollar y generar empleo, porque es un sector económico que tiene capacidad para absorber mano de obra.

Se trata, cada día, pero de manera especial en las fechas navideñas que ya se acercan, en confiar en el pequeño y mediano comercio, y en pensar, siempre que podamos, en consumir productos canarios como un gesto de responsabilidad para con nosotros mismos y para el futuro de nuestra tierra.

de La Laguna