Resultó enormemente ilustrativo el agrio debate entre José Manuel Soria y Patricia Hernández en el Congreso de los Diputados. Era sobre los sondeos de Repsol en aguas de Canarias, pero se transformó en una discusión sobre el empleo político. Soria, con poca elegancia, le restregó a la cara a Patricia Hernández que él es funcionario por oposición y que ella no tiene más oficio que la política. Y ella le respondió que a la derecha le molesta que la gente humilde llegue a las Cortes a dar la tabarra. Lo del empleo es interesante. Hay 360.000 canarios a los que les encantaría que el ministro popular y la candidata socialista en vez de sacarse los hígados el uno al otro le dedicaran un poco de tiempo a discutir cómo conseguir trabajo para todos ellos.