Hace años y en verano, nos trasladábamos mi familia y yo a la isla de enfrente durante varios días de "holidays", y era raro que no recaláramos a almorzar en casa de "Paco el Cochino", muy cerca de la Caldera de Bandama. Allí, tras el aperitivo, tapas y algún entrante tomado de la "barra", pasábamos al comedor, donde dábamos buena cuenta del sancocho, el caldo de pescado, el puchero canario, la carne a la brasa, el escaldón y un largo etcétera.

Al terminar de comer ya quedaban pocos clientes en el local. Tras pedir las bebidas espirituosas, con mucho hielo, era cuando sacábamos un par de guitarras y un timplillo y junto a mi concuño, el pediatra canarión Antonio Guerra García de Celis (sobrino del famoso escritor costumbrista Pancho Guerra, autor, entre otras, de las célebres historias de su personaje de ficción Pepe Monagas), armábamos tremenda parranda a la que se unía un vecino de la zona de Tafira apellidado Clavijo, sobre el que más adelante contaré una tierna anécdota.

Efectivamente, y en plena parranda, le sonó su móvil. Estuvo hablando unos segundos, al término de los cuales se incorporó de nuevo al grupo y nos dice: "Perdonen, pero es que me ha llamado la hipoteca". Ante tal declaración nos quedamos intrigadísimos sobre quién podía ser la susodicha hipoteca, aclarándonos a continuación: "Yo llamo hipoteca a mi mujer por los años, mi niño".

Mi amigo Foncho, lagunero como yo, que jugara en el Tenerife, Barcelona y en nuestra selección nacional, tiene una anécdota en la que él es su principal protagonista, y acaeció de la siguiente manera:

Estaba jugando España contra Inglaterra en Escocia, concretamente en Edimburgo, en una tarde primaveral y con mucho sol. En un momento determinado y teniendo el sol molestándole, pues lo tenía de frente, Foncho no se complica la vida: para alejar el peligro le propina un tremendo patadón al esférico, impidiéndole el sol seguir la trayectoria del mismo, enterándose "a posteriori" que su despeje se había colado por la mismísima escuadra del portero rival. Se enteró de que había sido él el autor del tanto cuando sus compañeros se le echan encima para felicitarlo y abrazarlo. Con este resultado de 1-0 terminó el choque. Cuando estuvo en el Barcelona, Foncho, que era un guaperas, contrajo "náuseas" con la hija del propietario de una cadena de relojerías llamada "El Regulador", de la que se separó.

En la representación de la obra teatral de la crucifixión del Señor, el actor que estaba interpretando el papel del mal ladrón dice: "Si realmente tú eres Dios como dices, sálvate y de paso sálvanos a nosotros dos". El buen caco le replica: "Cállate, pues nosotros sí que hemos pecado, pero él es inocente de lo que se le acusa. Y termina el Crucificado por decirle al buen ladrón: "En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso". Tras ellos, salta uno de los del público: "Aquí no cabe ni Dios".

Perlas: parece que el auto de Fernando Clavijo ha desaparecido; pues igual se lo llevó la grúa.

Hasta la próxima, no me fallen y el humor ha venido para quedarse.