ESTOY deseando que se acabe el año por diversas razones. Amén de los temas cansinos de siempre: corrupción, política, el pequeño Nicolás..., no ha sido un año malo, pero este último trimestre en casa se nos ha hecho un poco duro, y si hay tres cosas importantes en la vida son la salud, el dinero y el amor.

Hemos pasado varias veces por urgencias del hospital La Candelaria por familiares y allegados, pero de todo se aprende, y ante este tipo de cosas hay que ser objetivos. No hace falta ser un lince para verificar de primera mano lo que ocurre en el centro, y entre desgracias y tristezas lo primero que tengo que decir es "chapó para los profesionales, sin distinción de cargo", pues es una labor sacrificada, en la que se trabaja duro, sin tregua y la mayoría de veces a contrarreloj. Sé que también hay deslices, pero eso no desmerece en absoluto la capacidad de atención y diligencia de los expertos sanitarios. Se nota la falta de personal, mucha, pero el trato y la labor que desempeñan merece nuestro respeto.

A propósito de Sanidad, y me repito más que el ajo, guste o no, la nuestra es una de las mejores del mundo, con magníficos profesionales, buen equipamiento y esmerada atención. Si este pueblo fuera sincero no se lamentaría tanto, y sé que hay quien ha tenido experiencias negativas o percances, pero no siempre hay que omitir los éxitos y contar lo malo. Concurro habitualmente a oncología, dermatología y cardiología, y solo puedo tener palabras amables para los que me han atendido. De mi centro de salud tampoco tengo queja, tiempo de espera a consulta relativamente corto, y médicos y enfermeros estupendos. Así que felicidades a todos, y lamento que desde la parte salarial no estén tan bien recompensados. No es justo que les hayan rebajado casi un 30% menos el sueldo, mientras los políticos siguen con su estatus. ¡Qué falta de honestidad!

Asombrado me quedo ante la preocupación surgida ahora por la salida del armario de los emolumentos de los altos cargos, algo que llevo años denunciando, y que nadie se ha dado por aludido. No comprendo la bulla cuando llevo tiempo hablando de la falta de caridad humana de los perceptores. En época de crisis "todos" tiene que rascarse el bolsillo, bien por lo vía de impuestos superiores o por la deducción de un 30%, pero mientras que a muchos profesionales les han recortado, ellos siguen con su cuento del chocolate del loro, y ese dineral resolvería mucha pobreza y miseria. También he indicado que cuando las cosas mejoren, los que han rentabilizado su trabajo deben percibir salarios más generosos. Por cierto, ¿no sería buen momento para revisar las cifras de las que disfrutan los ministros jubilados? Ahí hay mucha tela que cortar. El señor Rajoy ha demostrado ser un hombre con gran responsabilidad, y seguramente como registrador de la propiedad triplicaría su renta, por lo que me resulta difícil entender porque lo puntúan tan bajo en las encuestas, teniendo en cuenta que está sacando al país del pozo en el que nos dejó el de la ceja. La buena noticia del crecimiento de la economía todavía no ha llegado a palparla la clase media, pero no hay que desesperar, el sacrificio permitirá tener más dinero en el bolsillo en pocos años.

Una buena noticia es la incorporación a estas páginas de la ágil pluma de Jorge Bethencourt, amigo de muchos años y cuyos comentarios diarios darán que hablar. Me alegra compartir espacio de los lunes con él. También los domingos con José Carlos Marrero con su "cotarro". Pero hoy es día de Lotería, y espero que toque repartido y a quien lo necesite. Yo con un pellizquito me conformo, lo que todos deseamos. Mientras tenemos ya la Navidad en la puerta, un periodo bonito, de reuniones, alegría e ilusión, y como dice el anuncio: "No la pierdas..., la ilusión". Aunque sea utópico, deseo paz y que desaparezca tanto loco falto de humanidad. Si tuviera oportunidad volvería a pisar el suelo de Jerusalén, un lugar mágico donde muchas personas cambian, donde existe misterio hasta para los no creyentes, y para los que sí lo somos, es una auténtica gozada. Pasen una feliz Navidad.

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