"Las Milicias de Garachico y su intervención en la lucha contra Nelson"

Aunque creí haberlo aclarado suficientemente hace seis años (16 de agosto de 2008) en este periódico, me doy cuenta de que no siempre consigue uno sus propósitos. (Fracaso se llama esta virtud). Así que he de volver sobre el asunto porque...

Se me acerca un joven foráneo y me pregunta si puedo aclararle por qué extraños misterios había en Santa Cruz una calle dedicada a las Milicias de Garachico, mientras nadie se decidió en el ayuntamiento capitalino a hacer lo propio con La Laguna, La Orotava, Güímar, Abona... que también habían tomado parte en la victoria tinerfeña sobre Nelson en 1797.

Imagino que en la decisión tomada por Santa Cruz habrán influido muchos factores. Tal vez, por ejemplo, la actitud heroica del subteniente garachiquense Rafael Fernández Vignoni, quien murió en la batalla demostrando una valentía sin límites. También pudo influir el hecho de que los tenientes Francisco Jorva y Esteban Benítez de Lugo, los dos nacidos en Garachico, se hayan destacado en las luchas y fueran elevados al grado de capitán. Y también pudo significar motivo de orgullo el fallecimiento de Domingo de León Padilla, natural de Icod pero perteneciente también a las Milicias de Garachico.

Es posible que se tuviera en cuenta el hecho de que el Jefe Militar de la Villa y Puerto avisara, una y otra vez, al general Gutiérrez, de la constante presencia en la zona noroeste de la Isla de fragatas inglesas que merodeaban por allí con no se sabe qué intenciones. Esto ocurrió desde el mes de mayo hasta los días próximos al encuentro de los dos bandos guerreros. (Y el que avisa no es traidor).

Algo debió influir el hecho de que en la iglesia parroquial de Santa Ana, de la localidad del Roque, se celebrara con júbilo y emoción un solemne Te-Deum pocos días después de la victoria definitiva contra los ingleses, con hermosa pieza oratoria del párroco don Francisco Martínez de Fuentes, otro garachiquense distinguido que llegó luego a ser, no solo canónigo de la catedral lagunera, sino rector de nuestra universidad.

Puede que también sirviera de algo el hecho de que quien esto firma publicara en 1988 el libro titulado , con prólogo de don Alejandro Cioranescu, la acogida del Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife y la presentación al público por parte de don Manuel Hermoso Rojas, entonces alcalde capitalino.

Son, ya lo sé, suposiciones muy personales. Pero me atrevo a seguir insistiendo porque he de referirme al primer escritor que publicó las incidencias de la lucha en un libro de solo 60 páginas y con un título larguísimo. La publicación se titula así: "Relación circunstanciada de la defensa que hizo la Plaza de Santa Cruz de Tenerife invadida por una escuadra inglesa al mando del contralmirante Horacio Nelson en la madrugada del 25 de julio de 1797". Se trata de una edición facsímil la que poseo y fue editada por el Cabildo de Tenerife en 1973. Debo decir, como es lógico, que la obra, tan oportuna y acertada, además de ser, como antes indiqué, la primera narración de tales hechos, pone de manifiesto el conocimiento que el autor, don José de Monteverde y Molina, tuvo de los más mínimos detalles de la gesta porque ocupó entonces la castellanía del fuerte de San Cristóbal, el más importante de Santa Cruz. Desde allí dirigió determinadas decisiones que resultaron sumamente positivas para nuestras tropas.

Pero me falta aclarar un detalle, tal vez decisivo en la iniciativa que tuvo el ayuntamiento capitalino para dedicar una calle a las Milicias de Garachico. Y es que fue Garachico el lugar de nacimiento del coronel Monteverde, quien había sido bautizado en la parroquia de Santa Ana el día 4 de mayo de 1756, año en que había nacido. O sea que tenía 41 en los días de la gesta.

¿No le parece a mi joven interlocutor que le he expuesto, no una sino varias razones por las que -a mi entender, al menos- la ciudad capital tomó la iniciativa de honrar, del mejor modo, a la localidad del Roque?