En la pizarra de una cafetería cercana a mi casa he leído justo debajo del menú del día: "El secreto de la felicidad es simple, averigua qué es lo que te gusta y dirige tus energías en esa dirección".

"El secreto de la felicidad...".

Existe un concepto denominado "fluir" que expuso un investigador húngaro, de apellido casi impronunciable para mí, llamado Mihaliy Csikszentmihaly. "Fluir" define aquellas ocasiones en que una persona está tan involucrada en la actividad que le está ocupando y está disfrutando tanto con ella, que parece quedar abstraída y concentrada solo en el esfuerzo, que no es esfuerzo por ser tan placentero. Y esta experiencia en la que la persona decide ponerse manos a la obra voluntariamente, que lo hace porque quiere, este dedicarnos en cuerpo y alma a tal o cual labor se aproxima mucho a la felicidad. Csikszentmihalyi vincula "fluir" a "felicidad" si aquello que tanto nos lleva la vida conduce a un crecimiento personal por encima de otras compensaciones.

"Averigua qué es lo que te gusta...".

Siempre anda rodando entre mis archivos el discurso de Steve Jobs en Stanford. Aquí subrayo la parte en la que cuenta cómo con 30 años se quedó fuera de la compañía que había fundado. La dirección no le respaldó cuando se plantearon diferentes visiones de futuro y fue despedido de Apple. Lo vivió como un "absoluto fracaso público". Sentía que "había desaparecido aquello que había sido el centro" de toda su vida adulta, que había "decepcionado", que "había dejado caer el testigo" cuando se lo estaban pasando. Cuenta que intentó disculparse por "haberlo echado todo a perder tan estrepitosamente" y que durante meses no supo qué hacer. Describe la experiencia como devastadora. No obstante, añade que lentamente comenzó a entender algo: "Todavía amaba lo que hacía". El revés ocurrido en Apple "no había cambiado eso ni un milímetro". Lo expresa contundentemente: "Había sido rechazado, pero seguía enamorado. Y decidí empezar de nuevo". No sé cuántas veces lo habré leído y siempre me conmueve. "En ocasiones, la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No pierdan la fe", insistió. "Estoy convencido de que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía". Y entonces se permite aconsejar a los alumnos y alumnas que se graduaban aquel día: "Tienen que encontrar lo que aman. Y eso es tan válido para el trabajo como para el amor". Lo comparto aquí tal cual.

"Dirige tus energías en esa dirección...".

Hace algo más de un siglo, en la soledad de un hangar parisino (frío, húmedo o tórrido, según) convertido en un laboratorio, Marie Curie carga su material químico por kilos. Vierte, funde, disuelve, filtra, precipita, recoge, disuelve otra vez, obtiene una solución, la trasvasa, la mide y vuelve a empezar. Perseverancia, decepciones, esfuerzos físicos. Lo explica Françoise Giroud en la biografía que escribió de la científica polaca descubridora del radio y recoge además interesantísimos apuntes de su diario: "En nuestro mísero hangar reinaba una gran tranquilidad... Vivíamos absortos en una preocupación única, como en un sueño... Hay que creer que se está dotado para algo, y ese algo hay que conseguirlo cueste lo que cueste".

El secreto de la felicidad no sé si es simple, pero parece claro. Averiguar lo que a uno le gusta, encontrar lo que se ama, puede llevar su tiempo y sus desengaños, pero se ve que es necesario. Dirigir las energías en esa dirección a pesar de los pesares requiere poner toda la carne en el asador, pero hay que ponerla con todo el corazón. Toda la fe, todo el esfuerzo, todo el valor.

@rociocelisr cuentasconmipalabra.com