Puede que la gestión política tenga cierta influencia sobre el funcionamiento de la sanidad pública, aunque me da que bastante menos de la que se presupone. Ningún gobierno ha tenido el arrojo de meterle mano a la casta -de casta le viene al galgo- que maneja los recursos públicos a su antojo. Por algo será. Quienes manipulan las listas de espera y cuelan al paciente que convenga. Para que te atiendan bien lo mejor es conocer a alguien o contratar los servicios de ese reputado especialista en su consulta privada, que ya te hará el hueco para las pruebas diagnósticas o para esa intervención quirúrgica "con todas las garantías y los recursos de la sanidad pública". Es "vox populi", práctica habitual, ¿ilegal?, no lo sé, debe ser que no. La sanidad privada privada no existe en muchas especialidades. La receta: transparencia. Y quienes apuesten por la sanidad pública, perfecto, necesitamos profesionales implicados y seremos los contribuyentes los principales interesados en que sea en condiciones adecuadas. Y quienes apuesten por la sanidad privada, pues adelante, esa es la grandeza de la economía de mercado.

Prevención. Influencia nefasta del polvo en suspensión sobre la salud de las personas. Bastaría emplear el pañuelito que usan nuestros vecinos del Sahara Occidental para evitar los efectos perjudiciales de la calima. O una simple mascarilla de papel de distribución masiva: solución mucho más barata, cómoda y eficaz que ampliar los servicios de Urgencias de hospitales y centros de salud como se reivindica estos días. Política de prevención que no se emplea no vaya a ser que alguien piense que se pretende aleccionar al pueblo. Puestos a socializar las conductas individuales irresponsables, como es el caso -porque a usted le atienden igual en la sanidad pública aunque sea fumador empedernido-, tratar de fomentar hábitos saludables debería ser causa nacional. Porque en la medicina no todo es cuestión de dinero, sino de tener claro su finalidad última: preservar la salud, más vale prevenir que curar, culito de rana, etcétera.

Leyes. Su influencia sobre la economía. Lo veremos ahora con la modificación de la moratoria turística que abre la mano a otros proyectos hoteleros. Demostración empírica para los gurús del intervencionismo rancio, tan propio del "lobby", de que la competencia es el mejor incentivo para subir el nivel, para rehabilitar y para seguir en el mercado; las ventas de barrio desaparecieron y no hizo falta prohibirlas. Sucumbir a la tentación del proteccionismo es muy fácil, se puede entender, porque las ventajas de competir no se perciben de inmediato y siempre hay damnificados: los inadaptados a la mejora continua. La influencia de un REF para Canarias que prevea ventajas reales para ayudar a competir a las empresas sería perfecto respecto a la reducción del paro, uno de los resultados que pretendemos conseguir. Promulgar las leyes y hacerlas cumplir: que los apartamentos tributen por sus ingresos y que los hoteles cumplan sus obligaciones laborales, con los descansos del personal y todo eso.

Pleito. Ninguna influencia política en la designación de María del Mar Julios como senadora de la comunidad autónoma. Lealtad que CC paga con un favor personal: resignada a perder su condición de diputada regional bien vale un echadero en la villa y corte. Significativo que el partido sacrifique su única baza en la isla redonda, la darán por perdida. Desagradecidos, ingratos, tanto amor que CC le ha dado a Gran Canaria para nada, porque el canarión no se ha dejado comprar con hospitales ni túneles ni circunvalaciones. A lo mejor este divorcio nos viene bien a Tenerife, para ponernos al día.

Abandono. Ruego en postdata: "Solo quiero que don Paulino Rivero venga una noche al sur, que traiga a Urgencias a algún familiar enfermo, que viva la experiencia y luego hablamos".

pablo@zurita.es