Mi querido amigo José Miguel de la Torre Morín, Maico para sus amigos, nació en Las Palmas, vivió varios años en Garachico, de donde era natural su padre, y ahora reside, desde hace varios años, en la localidad malagueña de Fuengirola, donde dirige un hotel, ejerce de abogado y es cónsul de Irlanda. Cada sábado me llama Maico por teléfono para hablar de mis artículos semanales publicados en este periódico. Estamos muchas veces de acuerdo con el contenido del trabajo que expongo, pero en otras ocasiones diferimos por esto, por aquello y por lo de más allá. Pero son divergencias superficiales, que enriquecen, me parece a mí, nuestra conversación.

En mi artículo del pasado día 10 aparecía la copia que yo había hecho de un fragmento de "Marca". El autor no es preciso citarlo, pero el fragmento decía así: "Pretende la mejora de su contrato en el Barça, que ha quedado muy desfasado". Se me ocurrió entonces hacer un comentario negativo porque, para mí, el antecedente del pronombre que es Barça y no contrato. Lo dije porque siempre he considerado antecedente del relativo la voz sustantiva más próxima a él. Y esa palabra no es contrato sino Barça. Así vi yo las cosas en su momento.

Pero Maico por un lado y varios amigos por otro piensan lo contrario. Y me dicen que las dos palabras cuestionadas están ligadísimas por la preposición en, lo que hace que tales voces formen un equipo y que, por lo tanto, el antecedente es el contrato del equipo catalán. Traté de defender mi postura con uñas y dientes, pero me veo obligado a reconocer que mi postura no me fue aceptada. ¿Qué podía hacer yo en tal caso? Simplemente consultar el Panhispánico de Dudas. Pero este diccionario, tan apreciado por mí, no me resolvió el asunto. Y no he querido llamar a Juan Manuel García Ramos, Humberto Hernández, Antonio Lorenzo ni Eliseo Izquierdo porque ya los he molestado en otras ocasiones y no es cosa de ponerse uno pesadito. Imagino, de todos modos, que alguien me echará una mano. Hoy o cuando sea.

Cambio de rumbo para mostrarles otra extrañeza. Una extrañeza que, para no variar, también va contra mí. Yo siempre he dicho la sinécdoque y la metonimia, pero siempre -no me pregunten por qué- dije el apócope. Me entero ahora, por don Manuel Seco, que ha de decirse la apócope. Me da vergüenza tener que aceptar, a mi edad, este soberano tirón de orejas gramatical.

Para disimular paso a otro temita diferente. Acabo de leer estas tres frases: "Se produjo en España con evidente posteridad", "Estoy seguro que la gente asistirá al acto" y "De esa manera podrían haber más beneficios". Las tres frases me suenan mal, pero estoy notando que últimamente mi oído no anda muy fino. En la primera frase yo escribiría posterioridad en lugar de posteridad. ¿Y ustedes? En la segunda echo en falta la preposición de para decir "estoy seguro de que" en lugar de "estoy seguro que". Habrá que repasar otra vez eso del queísmo y el dequeísmo. Y finalizo con la tercera frase, que para mí es una oración impersonal, aunque tenga el verbo haber en infinitivo. En cuanto al otro verbo -poder- creo que debería emplearse en singular, con lo que la oración quedaría así: "De esta manera podría haber más beneficios". Y es que se ha pretendido, a mi parecer erróneamente, emplear como sujeto lo que es complemento directo. Pero como ocurre que de estas dichosas oraciones impersonales me he ocupado ya muchas veces, tengo la impresión de estar cansando al lector. Y no me parece bien. Así que corto aquí y ¡santas Pascuas!

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ADENDA.- ¿Creen ustedes que vejez y literatura son palabras antónimas? Aunque lo nieguen todos los diccionarios del mundo, mi experiencia me obliga a decir que sí. Lo que escribo se parece bastante a las arrugas de mi cara. Estoy convencido.