El alcalde de Santa Cruz nos despertó el pasado lunes con un bando municipal en tono amenazador y de contenido ciertamente desconcertante. No me sorprendió para nada en las formas, pero sí la torpeza del fondo, propia de otros regímenes donde las cosas se resuelven mediante el ordeno y mando.

Una ciudad más limpia no se crea una mañana por decreto. Una comunidad limpia no se consigue bajo la amenaza de más sanciones o pidiendo a los chicharreros que hagan de soplones de sus vecinos. O lo que es peor, pidiéndoles que hagan el trabajo que en realidad corresponde hacer al Ayuntamiento, camuflando la incompetencia en la gestión municipal tras un falso llamamiento a la colaboración ciudadana.

Desgraciadamente para esta ciudad, no me sorprende. Es algo a lo que ya nos tienen acostumbrados este pacto entre CC y PSOE, a enfrentar torpemente las consecuencias y no a solucionar los problemas. Síntoma de estar absolutamente perdidos en la gestión municipal.

Una comunidad más limpia no se logra por decreto, sino haciendo que este civismo que de repente exige el alcalde emane solo del mismo orgullo que sientan hacia su entorno y hacia su barrio esos vecinos a los que ahora amenaza.

El alcalde Bermúdez y muchos de los suyos antes que él han condenado a nuestra juventud a un paro insoportable. Ha desilusionado a generaciones y generaciones de chicharreros arrojándolos a la indiferencia y la molicie... Y de esos polvos ahora estos lodos, ya que hablamos de limpieza y urbanidad.

Es cierto que Santa Cruz podría estar muchísimo más limpia, pero también es verdad que siempre habíamos sido una de las ciudades más limpias del país, gracias al civismo y compromiso de nuestros vecinos. Otra cosa muy distinta es que el servicio de limpieza y recogida de residuos se haya deteriorado gravemente en los últimos años, y es ahí donde está el origen del problema.

Los ciudadanos de Santa Cruz pagamos casi 62.000 euros al día para mantener limpia nuestra ciudad. El costo del servicio supone un desembolso de 22,6 millones de euros al año. Se ha incrementado más de 4% desde 2011, y ese aumento no se ha reflejado en una mejora notable de las prestaciones. Es el mayor gasto del presupuesto municipal, y podría optimizarse con una reorganización del servicio, de los medios materiales, recursos humanos y horarios.

No hay mejor campaña de mentalización que mantener limpia y en condiciones la ciudad, porque cuando uno llega a un sitio que está impoluto no se le ocurre dejar caer ni un papel al suelo. Antes de pedir a los vecinos que no ensucien, el alcalde debería preocuparse de limpiar mejor la ciudad. Sus exigencias debería dirigirlas a la empresa concesionaria del servicio, en lugar de a los ciudadanos.

Ser alcalde de Santa Cruz es mucho más que estampar una firma al pie de un desafortunado bando. Ser alcalde exige escuchar a la ciudad y a sus vecinos, sobre todo a los jóvenes, y entender lo orgullosos que pueden sentirse de su entorno y de sus barrios. Si les damos herramientas y esperanza, veremos cómo además de una ciudadanía más cívica y una ciudad limpia, ahorraremos en recursos y en desagradables y chulescas maneras impropias de quien rige los destinos de una ciudad.

Por cosas como estas es que le digo al alcalde Bermúdez, en nombre de los vecinos de Santa Cruz y parafraseándolo, que sí, que "el que la hace, la paga", como lo pagará él mismo y bien caro este próximo mes de mayo.

*Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Santa Cruz y vicesecretaria regional del PP de Canarias