Algunos dicen que es un cascarrabias, pero entrañable. José Miguel González ha sido casi de todo en la vida pública de Canarias. Ingeniero de Montes y licenciado en Farmacia, González fue un consejero de Hacienda con fama de "gruñón". Sus discusiones con otros compañeros de Gobierno o de la oposición, atropellando unas palabras que eran siempre más lentas que su pensamiento, hicieron época. Fernando Fernández decía de él que tenía a las islas en la cabeza, "por eso no le queda sitio para nada más". Adán Martín, que era su amigo, afirmaba que prefería una gastritis que tener que discutir con él. Los periodistas parlamentarios le bautizaron "pelopincho" por su forma de pelarse, que le hacía parecerse al personaje de Manolito de Mafalda. Ayer se despidió. Con gente como él se va toda una época que, visto lo visto, no fue tan mala.