Como para rubricar la antipatía mutua existente con el actual presidente Rivero, el ministro Soria viene manifestando de forma abierta su preferencia por las posturas políticas que argumenta el aspirante Fernando Clavijo, respecto de las cuestiones sociales y su financiación. Pero esta no es la única declaración, sino que ya se manifestó contrario con la posibilidad -que no lo fue- de una retirada de la carrera electoral del actual candidato de Coalición Canaria, presionado por las secuelas del caso Corredor, y que él comparó con su caso Salmón, del que salió indemne y posteriormente llegó a ministro.

A poco que uno lea entre líneas y conociendo la imposibilidad en Canarias de una mayoría absoluta, está claro que quiere que su partido, e incluso él mismo si así se lo ordena Rajoy, forme parte del organigrama del poder en el Archipiélago. Y si ya se han probado las dos opciones de cogobierno con los partidos estatales, Popular y Socialista, no es descartable otra repetición del actual pacto de Gobierno, o una hipotética reconciliación con las huestes de Soria, pero sin Rivero. Todo dependerá, sin lugar a dudas, del grado de convencimiento global que pueda tener entre el electorado la opción nacionalista y siempre que no pierda su sentido regional, tan necesario para conformar un grupo parlamentario canario que pueda defender con más propiedad nuestros intereses y nuestro siempre incomprendido hecho diferencial geográfico y distante respecto del resto del Estado.

En lo que respecta a los posibles cambios de rostros en las candidaturas de los partidos estatales, ya estamos percibiendo la exclusión de Casimiro Curbelo, ordenada por su líder Pedro Sánchez; y la de Bravo de Laguna, que amenaza con irse del PP al partido Compromiso por Gran Canaria, creado por la toscalera Nardy Barrios. Y quien habla de cabezas de lista, es seguro que algún estómago agradecido de segunda fila les siga en su trayectoria; más que nada porque fuera del círculo hace un frío capaz de diluir hasta las transferencias bancarias de las sustanciosas mensualidades.

De la siembra que se realice en estos escasos meses que quedan para la cita de mayo, dependerá el acuerdo que inevitablemente, y por razón de fecha, obligará al actual bipartito canario al distanciamiento temporal hasta la hora del recuento de votos y el posterior pacto de legislatura. Sea como fuere, la citada ausencia de mayoría absoluta obliga a un entendimiento circunstancial entre partidos, que seguirán ensayando sus sonrisas cómplices hasta que llegue la hora del reparto de papeles. Los que no lo logren conformarán sin duda ese conglomerado resabiado que olvidará su rol de "leal oposición" para mutarse en "constante intromisión" y ejercer de mosca cojonera. Y no hay que ser muy despierto para señalar a los culpables de nuestras dejaciones, olvidos y tratos discriminatorios. Esos que eufemísticamente le ha dado a su líder gallego por llamarlos "sacrificio colectivo", comisionando a su representante para que le tire los tejos al nacionalismo.

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