La historia ha impactado a medio mundo. Se escribirán libros y se hará una película. El copiloto del avión siniestrado en los Alpes franceses accionó de manera deliberada el descenso del avión, impidió al comandante volver a la cabina y estuvo vivo hasta que estrelló el vuelo de Germanwings, con 150 personas a bordo, que no se enteraron del impacto hasta el final.

Nunca sabremos qué paso por la mente de Andreas Lubitz, un piloto de 27 años, con el mundo y una vida por delante y que además ganaba dinero con su hobby: volar. Nunca sabremos qué pensó el comandante del avión, intentando derribar la puerta, salvar a los pasajeros y su propia vida. Casado y padre de dos hijos.

Nunca sabremos qué paso por la mente de los pasajeros en el minuto de hielo previo al impacto, cuando se percataron de que la vida se les escapaba de las manos. Sueños truncados e ilusiones rotas. No volver a ver a los seres queridos.

Cuando lo del 11 S, decidieron convertir la cabina de los pilotos en una caja fuerte. La caja fuerte se ha revelado como una bomba lapa que se ha llevado por delante a 150 personas. ¿Habría que buscar medidas de seguridad complementarias en la cabina de los pilotos? ¿Hay que mejorar los test de aptitud psicológica a los responsables de pilotar un avión? Ahí queda eso.

@sdnegrin