En la boda de un sobrino conocí a dos primas hermanas. Una, estudiante universitaria; la otra, con varios años de trabajo después de licenciarse. Estuvimos hablando como si nos hubiéramos tratado toda la vida, con confianza, con cercanía; incluso sobre temas personales. Al volver a casa, pensaba con asombro en la invisibilidad real de la familia, pues, a priori, era de todo punto ilógico abordar la intimidad ajena, y enseñar la propia, solo porque éramos primos.

Juan Rof Carballo, médico y ensayista, recoge en su libro Violencia y ternura la existencia de estas realidades que no son visibles a los ojos pero que resultan fundamentales para la vida humana. Se refiere al tipo de circunstancias que no se pueden objetivar, medir, pesar, pero que ejercen un influjo decisivo para la vida humana: "El hombre no sabría de su existencia, es decir, ignoraría siempre que, además de la realidad que maneja, hay otra realidad que le cerca, si no fuese porque de esta realidad velada le llegan de vez en cuando mensajes. Yo me he permitido hablar (...) de una realidad mensajera".

Presencias reales. Así tituló George Steiner, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001, el libro en el que se plantea "la interrogación esencial: ¿cuál es el estatuto ontológico de las artes, de la música, del poema, en nuestro tiempo?", como explica en el prólogo Claudio Guillén. La respuesta bien podría hallarse en los versos de Rosalía de Castro cuando, ante la hegemonía del Positivismo (lo que no se puede medir y pesar no es objetivo ni interesante), protesta en este poema: "Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, / ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros. / Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, / de mí murmuran y exclaman: / -Ahí va la loca soñando / con la eterna primavera de la vida y de los campos, / y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, / y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. (...) / Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, / sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?".

Para Rof Carballo, fallecido en 1994, del conocimiento de esas realidades depende que miremos el mundo con asombro agradecido o con tristeza resentida: "Que ya en la primerísima etapa de la vida del niño la clave de la percepción de lo numinoso, del mundo de inmensa riqueza de las realidades marginales, más o menos veladas, es un hecho cuya trascendencia pedagógica y médica es inmensa. De su cristalización adecuada dependerá que el ser humano albergue en su seno el núcleo de la fe y la esperanza o el morbo secreto y muchas veces irreductible de la melancolía". Además, si no se aborda la realidad con ternura, advierte del advenimiento de una gran superficialidad: "El hombre de nuestro tiempo, que ya no cree en lo sagrado, sin ilusión de trascendencia, se transforma en un refinado y un poco insensato consumidor del ocio".

En el mismo sentido, María Zambrano sentenciaba: "Piedad es el saber tratar adecuadamente con lo otro". Explicaba que para tratar con "lo divino", para acoger la sabiduría que pasivamente se instala en el corazón, es necesario saber tratar piadosamente con la realidad.

En resumen, nos jugamos mucha plenitud vital en el campo de este tipo de realidades. Y acceder a su influencia -o quedar fuera de su irradiación- tendrá consecuencias importantes para el equilibrio y la salud personal; también,desde otro punto de vista, para disminuir la angustia existencial.

Algo de esto lo comprobé yo en una boda en la que por primera vez hablé con dos primas: me acerqué a la preciosa realidad de la familia, abandoné mi condición de "distraído esencial" y recibí algo de la alegre divinidad que portan todas las realidades mensajeras.

ivanlopezcas@hotmail.com