Los consumidores somos las presas favoritas de los máximos depredadores de la selva del mercado libre. Y como le pasa a la mayoría de las presas, nos tratan como a tontos. Las técnicas para atolondrarnos son muy variadas y los sistemas para sacarnos las lascas también.

¿Te vas de puente en Semana Santa? ¿Por ejemplo a Gran Canaria? ¡Qué suerte! Y además alquilas un coche. Tan barato que cuesta 30,40 euros dos días. Tirado de precio. Llegas al aeropuerto y vas a pedir el coche al mostrador de Goldcar, donde te atiende Víctor, que te da las buenas tardes, te pide el carné de conducir, la dirección, el teléfono, el email (¿qué pasa, que además de alquilarte el coche quiere cartearse contigo?). Bien. Luego te dice que o sacas un seguro a todo riesgo o dejas 1.200 euros de fianza. Te entran los sudores. Oiga, ¿de dónde saco yo 1.200 euros de fianza? Pues nada, el seguro, claro. Que son 52 euros. Así que ya son 30,40 del coche y 52 del seguro. Hummmmmm. Ya no es tan barato. Pero Víctor no ha terminado. Además son 80 euros de gasolina. ¿Cómo que 80 euros? Pues sí. Es porque te dan el coche con el tanque lleno (de diamantes, por el precio). Si lo devuelves con el tanque igual de lleno, te devolverán el dinero. Pero de momento los aflojas. Así que por algo que te iba a costar 30,40 te acaban soplando 180 euros (porque el IGIC te lo aplican por todos los conceptos, incluida la fianza de la gasolina).

Te vas de mala leche, pensando que el Focus tiene un tanque de 40 o 50 litros y te han cobrado 80 de gasolina. Como si le hubieran llenado de gasolina hasta el maletero. Pero no pasa nada. El día del regreso le llenas el tanque en la gasolinera más cercana al aeropuerto. Ja. Si se creen que vas a ir con prisa y la lengua fuera y vas a dejar el coche con medio tanque (para que ellos te cobren lo que consideran medio tanque, que son 40 euros) van dados. Pero empieza mal la cosa, porque el joven que recoge los coches no quiere certificar que el tanque está lleno. "No hace falta", te dice. Pero tú insistes. Entonces te firma en el contrato. Llegas al mostrador de Goldcar. Está Víctor. Le dices que has entregado el coche y que tiene el tanque lleno. Muy bien, se te devolverá el dinero. ¿Cuándo? Mañana. ¿Cómo que mañana? Le estoy dando el coche ahora, devuélvame mi dinero. El dinero de la gasolina era una fianza que me tienen que devolver en el acto de entregar la gasolina. No, no. No puede ser. El dinero se le devolverá mañana. ¿Por qué? La explicación, querido amigo, es fácil. Porque eres un consumidor, es decir, una víctima.

Al día siguiente llegará un amable correo de Goldcar diciendo que ya te han devuelto el dinero, pero que ya sabes cómo son los bancos y que pueden tardar en ingresártelo. Incluso un mes. ¿Un mes? Lo dicho; un consumidor es carne fresca. Y más en Semana Santa.