Siempre me ha impresionado la vida de los que sufrieron la II Guerra Mundial y particularmente los habitantes de los Balcanes.

Primero, invadidos por los nazis, luego -de forma permanente- por los soviéticos; y en los años noventa del siglo XX, Yugoslavia dividida en seis naciones y con guerras casi civiles.

Dusan Simic bien podría encajar en uno de estos casos. Nacido en Belgrado en 1938, sufre la fratricida contienda mundial, emigra a Estados Unidos, donde se cambia el nombre por el de Charles. Es uno de los más importantes poetas contemporáneos en lengua inglesa, habiendo sido galardonado con el Premio Pulitzer en 1990. Entre 2007 y 2008 fue poeta Laureado de EE.UU. Ha sido también traductor de escritores simbolistas, sonetistas, surrealistas. Y también participó activamente en la revista de fotografía Aperture. Fue, asimismo, profesor de Literatura. En la actualidad escribe para The New York Review of Books y para el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung. Gran amante del jazz y el blues sobre todo por su irreverencia. Idolatra a Sonny Rolling y Charlie Parker, a los que escucha habitualmente en sus interminables noches de insomnio.

Charles Simic es un poeta totalmente accesible. En su primera obra autobiográfica, "Una mesa en la sopa", nos relata la vida en Europa después de la guerra. Era una vida en blanco y negro. Una vida triste. Habla de su propia vida. De sus experiencias. Y de objetos habituales: de piedras, de tenedores, de zapatos.

Simic es un poeta de formas breves. Sigue el aforismo de EEUU "Menos es más", que ya indicó nuestro Baltazar Gracián en su célebre "Lo bueno si breve, dos veces bueno". El Haiku japonés -diecisiete sílabas- para una poesía sería su ideal.

En su obra "El mundo no se acaba" Simic se hace más urbano, más narrativo, más humorístico. El mundo sigue cambiando, y el ser humano hace bastante poco para que vaya algo mejor, pero nuestra supervivencia no es posible sin un cierto grado de optimismo. Dos poemas cortos y geniales de este libro: "El poeta ve lo que el filósofo piensa" y "Sé breve y dinos todo".

La última obra de Charles Simic es "El monstruo ama su laberinto". Existiendo Wikipedia, en la era de internet y de los Ipad, ¿puede haber alguien que todavía anote algo en un cuaderno? Pues sí. Simic va anotando todo lo que ve, todo lo que se le ocurre, todo lo que piensa en un instante, todo lo que acaba de leer y le entusiasma, todo en definitiva. Tenía un amigo, que, de joven tenía la misma manía: anotarlo todo porque luego se olvidaba una idea genial.

Simic en su madurez vuelve a ser un poeta genial. La mirada del día a día, la observación nítida, la espontaneidad, la poesía incursa en la filosofía, la sociedad con una mirada ácida, la posibilidad de volver a tener esperanza, visiones autobiográficas.

Simic, que admira a Octavio Paz, a Neruda y a Vallejo, es igual de universal que ellos. Y para muestra un botón de su poesía: "La belleza de un momento fugaz es eterna". El síndrome de Stendhal en el siglo XXI.

*Presidente de TuSantaCruz