Resulta difícil concentrarse cuando tengo a obreros trabajando a dos metros de mi asiento, y que puedo verlos, y me ven, a través de la cristalera del balcón. Tampoco es aconsejable bajar a mi hogar chicharrero para construir estos párrafos; habida cuenta de que tengo que compartirlos con un enano revoltoso de menos de tres años, que me pide insistentemente que deje de escribir y le ponga a Pepa Pig. Echándolo a suertes, me he decantado por Bajamar y su entorno, incluidos los martillazos de los restauradores de la fachada.

Me interrumpe el móvil y escucho a mi amigo, actual presidente de la comunidad, inquiriéndome por alguien que resuelva el problema prioritario, contiguo a nuestra comunidad Nautilus. Que no es otro que la amenaza constante del acantilado anexo al edificio, afectado de permanentes derrumbes que por su cercanía suponen un peligro para nuestro inmueble o cualquier paseante de la vía litoral; o de algún surfista que omite el letrero de advertencia situado al final de su trayecto, arriesgándose a pasar hacia la contigua playa de El Arenal para coger olas. Una playa peligrosa, no sólo por efecto del oleaje, sino por la inestabilidad de todo el talud que la abarca a su espalda; plataforma de la única vía hacia la Punta del Hidalgo. Un talud, según me aclaró recientemente Javier Abreu, concejal de Servicios, que tiene un proyecto hibernando en el Cabildo, de refuerzo contra los derrumbes que llegan hasta el barrio puntero, donde acaban de inaugurar un decorativo drago fotovoltaico para suplir las necesidades lumínicas públicas, y creado una zona wi-fi gratuita. Aunque han olvidado gestionar la mejora de capacidad de la red (un mega), que casi nos retrocede a Miguel Strogoff.

Confieso mi impotencia para responder al requerimiento del presidente de mi comunidad, porque tanto del concejal de zona, José Antonio Alonso, como del citado Javier Abreu sólo he obtenido respuestas amables pero ineficaces. Ambos se han limitado a derivarme al órgano insular. Sinceramente es algo que no logro entender, pues siendo de los mismos partidos que rigen en el Cabildo, ¿cómo es posible que este problema, y su solución, lleven más de diez años de retraso? ¿Por qué no se implican y presionan, al menos para salvaguardar la parte más próxima al edificio, si, por azar, una piedra de regulares dimensiones golpea cualquiera de sus columnas maestras y lo desestabiliza o inhabilita? Sigo sin entender esta dejación oficial, que ha sido incapaz de sustituir la vieja malla de acero, rota e inservible, instalada en su día, por una nueva, desescombrando antes las piedras desprendidas. He perdido ya la cuenta de mis escritos sobre este tema, estrellados contra la incomprensión administrativa; la cual, en víspera electoral, se afana en pregonar sus proyectos, que quedarán sin logros cuando accedan al poder ejecutivo. Lo siento, amigo presidente y vecino, pero no puedo ayudarte en lo que me pides, porque he aprendido a sobrevivir de las promesas incumplidas.

jcvmonteverde@hotmail.com