Manuel Domínguez, el presidente del PP de Tenerife, ha demostrado, fuera de toda duda, que si bien está adornado con muchas virtudes, la humildad no se encuentra entre ellas. Ha dicho que desde que es candidato al Cabildo la corporación insular ha "resucitado" y se ha puesto las pilas para hacer cosas a toda prisa. Es difícil imaginar a Carlos Alonso y Abreu corriendo con los pelos de punta por los pasillos del Palacio Insular espantados ante la llegada de Domínguez. Pero igual es que al presidente del PP le hace ilusión creerse capaz de crear pavor en el adversario. Es una pena que el Cabildo haya sido una de las corporaciones más activas durante este mandato. Con meteduras de pata, pero con muchas actuaciones. Decir que han "resucitado" es complicado de sostener. Incluso aunque uno tenga la mejor opinión de sí mismo.