La macroencuesta publicada por el CIS en lo referente a Canarias, y con las debidas reservas, presenta alguna que otra consideración digna de resaltar.

Llama poderosamente la atención la no presencia de Nueva Canarias en el Parlamento, puesto que con el 5,2% de la estimación de voto que le asigna la mencionada encuesta se quedaría a las puertas al no lograr el 6 % establecido.

Si fuera así, estaríamos en la certidumbre que siempre hemos defendido (y no nos cansaremos de hacerlo), que era y es la imperante y necesaria unidad nacionalista. Si esta hubiese sido posible, con ese 5,2% sumado al 18,9 % por ciento atribuido a CC-PNC, se hubiera obtenido un resultado del 24,1% por ciento, que habría situado al nacionalismo en un espacio donde se obtendría aproximadamente 23-24 diputados.

De haberse logrado esa unión no estaría Nueva Canarias con la incertidumbre de si puede entrar o no en el Parlamento, de la misma manera que CC-PNC estaríamos más holgados y no tan (vista la estimación que le atribuyen al PSOE y PP) encorsetados para respirar más hondamente en la formación del Gobierno.

De entrada, pudiera haberse constituido un Gobierno plenamente nacionalista, con alguna que otra alianza; o por el contrario y, seria lo más lógico y coherente, un Gobierno en solitario de los nacionalistas con acuerdos puntuales con el resto de las formaciones políticas, al menos hasta las próximas elecciones generales.

Así también se contribuiría a poner en practica políticas de dialogo y de consenso para tirar todos en la misma dirección, que no deber ser otra que Canarias se conduzca por el camino del bienestar social en todos sus escenarios.

Y por otro lado, siempre en el espacio de lo deseable, si se hubiese logrado la unión nacionalista, se fortalecería, desarrollándola como entender y asimilar el territorio: Canarias como nación y alentar su construcción nacional marcando nuestras peculiaridades como entidad política y sujeto histórico perfectamente diferenciado, por su historia, cultura y condicionantes geográficos...

Suponiendo que la encuesta sea fiel reflejo de la realidad que va a acontecer y Nueva Canarias se quede fuera del Parlamento, estamos ante un momento de importancia considerable para el nacionalismo, y que hará se llegue a la reflexión que la implementación de otros partidos emergentes pudiera ser el barrunto de futuros acontecimientos electorales que acorralarían al nacionalismo laminando las perspectivas debidas para esta tierra. Y no sería tanto por el arraigo de los nuevos, sino por las torpezas y ombliguismos de algunos nacionalistas.

De ahí que, o nos damos la mano y nos ponemos a la elaboración de un proyecto y estructura común nacionalista o las posibilidades de éxito estarían guardadas, como inservibles, en el armario de la vieja historia. Lo que debemos evitar a toda costa.