De pequeño me enseñaron que Dios está en todas partes y, por tanto, en este "sarao" de hoy también ha de estar. Mi hijo me suele preguntar si Dios existe y si el Big Bang sucedió o no. Le digo que quiero creer que sí a las dos cosas y entonces él ha llegado a la conclusión de que Dios creó el Big Bang y así todos contentos.

España es una democracia joven, comparada con nuestros vecinos y socios europeos. Y fue el producto de una cuidada y delicada operación de cambio de sexo de una dictadura a una democracia. El país se nos durmió cafre y se despertó doncella. Pero los cirujanos tuvieron a buen cuidado transformarnos en una democracia tutelada. Nada de segundas vueltas, nada de cuotas de participación, ni de representación, nada de listas abiertas... Nada de muchas cosas. Cuando el pueblo se eduque y madure, y se acostumbre a un sistema democrático, entonces, quizá..., se dijeron a sí mismos.

Pero han pasado muchas décadas y el pueblo ni está educado, ni ha madurado, ni se ha formado como debiera en el manejo de una democracia abierta... ¿Culpa del pueblo? No. Culpa de unos políticos a los que no les ha convenido formar al ciudadano, a fin de poder controlarlo y no soltar ni compartir la "manija" del poder. Así que han construido unos partidos políticos fortificados como castillos (quizá de aquí viene la casta) que fagocitan todo el juego democrático en su propio, único y exclusivo interés.

Son espacios acotados y cerrados del que emanan listas, nombres, directrices, puestos, nombramientos, estrategias..., para alcanzar el gobierno, y luego hacer lo mismo desde el gobierno para aposentarse en el poder. Y legislan sin consultar no para servir, sino para servirse, no para dar control a la ciudadanía, sino para controlarla ellos. Y han acumulado tanto poder en todo este tiempo de metamorfoseada democracia, que se han corrompido, pues sabido es que el poder corrompe, y cuanto más absoluto es, más absolutamente corrompe... Y de aquí el actual estado generalizado de corrupción que supura el sistema en España.

Así que para eliminar la corrupción hay que aplicar el modelo contrario al que lo ha provocado, y que se está usando hasta ahora. Hay que repartir el poder, desmenuzarlo, desconcentrarlo, extenderlo, compartirlo, consultarlo... ¿Con quién? Pues con quien lo ha otorgado: con el pueblo, con los ciudadanos. Es de pura lógica y sentido común.

Hay que descubrirlo en sus programas y ver si están dispuestos a compartir su poder con el propio pueblo, a compartir responsabilidades, a no hacer y deshacer sin consultar con quién les ha puesto allí, a dar protagonismo a quién únicamente puede y debe ser protagonista. Como, por ejemplo, cambiando el cómputo electoral, adoptando el sistema de listas abiertas, facilitando los comités de participación ciudadana... Lo demás iría llegando por inercia.

¿Que esto es una utopía? ¿Qué es imposible? ¿Quién lo dice? En mayor o menor grado, en todas las democracias avanzadas existe. El modelo más participativo y representativo es el de Suiza. Se llama democracia directa, o democracia abierta. Todo lo contrario a la nuestra, que es indirecta y cerrada. Lo que pasa es que se necesita la implicación del ciudadano desde el principio hasta el final. El pueblo que no es capaz de gobernarse a sí mismo está condenado a caer en manos de malos gobernantes.

Así que pensémoslo cuando hoy vayamos a enterrar nuestra confianza en una urna. Un voto no es un permiso para hacer lo que quieran, sino un encargo, un mandato, una orden concreta que debe ser vigilada día a día. No regalemos lo que es nuestro a nadie. No prevariquemos con nuestro derecho... Y, por favor, votemos democracia, no mangancia.

El Señor, capaz de crear el Big Bang, no lo tiene muy claro con las urnas y nos ha enviado el siguiente recadito por whasapp: "A ver a quién votáis, que luego venís a mí a pedir milagros". Pues eso, reflexionemos y después, a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es