La noticia hace unos días del fallecimiento del mítico guitarrista B. B. King, aunque esperada, debido a su avanzada edad y a su enfermedad, nos sobrecogió a todos. Inmediatamente recordé su concierto hace algunos años en el Recinto Ferial de Santa Cruz de Tenerife. Tuvo un retraso, casi insoportable, de tres horas. Pero allí estábamos todos estoicamente esperando al genio. Y deseando que llegara el maestro. Su presencia en el escenario fue casi como la de un dios. La devoción de todos los componentes del grupo que acompañaba a B. B. King era total.

Sin lugar a dudas, B. B. King ha sido uno de los más grandes guitarristas de toda la Historia. Sobre gustos, como todos sabemos, se han hecho los colores. Para mí, el templo sagrado de los guitarristas está compuesto por Mark Knopfler, líder carismático de Dire Straits; Eric Clapton "mano lenta", Paco de Lucía, John Mclaughlin, Al Di Meola y B. B. King. Este último consagró la mezcla del blues con el rock.

La conjunción de B. B. King con su guitarra "Lucille" es una de las más famosas relaciones de la historia, comparada a las de Adán y Eva, Romeo y Julieta, Gara y Jonay...

B. B. King era, ante todo, un "showman". Mezcla de canciones perfectas y de improvisación, el sonido claro y nítido de la guitarra del norteamericano iba llenando poco a poco el escenario. Temas tranquilos, lentos, agradables, mezclados con otros desgarrados, hacían que los minutos transcurrieran en el concierto tinerfeño con una devota sensación de perfección.

El concierto del octogenario B. B. King duró casi tres horas, de soberbia música, de melodías espectaculares, de desenfreno único. Oíamos, veíamos, sentíamos, disfrutábamos. Desde luego, cuanto más continuaba el concierto, menos deseábamos que no terminara.

B. B. King era único. "Lucille" se ha quedado huérfana. Su majestuosa fusión del blues con el jazz le dio el sobrenombre de "Rey del Blues". Nació en 1925 en Mississippi (Estados Unidos). De joven se concentró en cantar gospel. Con veinte años, el famoso cantante de blues Bukka White le dijo: "Si quieres ser un buen cantante de blues, viste como si fueras a pedir un crédito al banco". King trabajaba por las mañanas, y por las tardes actuaba en bares y clubes. Y empezó su carrera discográfica. Sólo en la década de los cincuenta del siglo XX grabó más de doscientos discos. "Three O''Clock Blues" lo lanzó a la fama en 1951. Más tarde, en 1964 llegaría una obra maestra "Live at the regal". Y en 1970 vendió un millón de copias con "The thrill is gone". En los años 80 llegó a dar doscientos cincuenta conciertos cada año. Su fama mundial le llevó a actuar en la Casa Blanca, en el Vaticano para el papa Juan Pablo II y alrededor de todo el mundo. B. B. King siempre fue recibido efusivamente en Europa y se convirtió en el primer "bluesman" en actuar en la Unión Soviética.

Su maestría con la guitarra estaba unida a un sentimiento total de energía y disfrute con la música. Tocaba cerrando los ojos. Transmitía magnanimidad y sentimiento. Mezcla perfecta del soul y el rock. Actuaba siempre vestido de esmoquin ("tuxedo" en EE. UU.) y su correspondiente corbata.

Si Bob Dylan fue el que unió definitivamente el folk con el rock, B. B. King elevó el blues a lo más sublime. Míticos y únicos fueron sus participaciones, sobre todo en directo, con lo más granado del rock. Actuó con guitarristas como Jimmy Page o Eric Clapton, y con grupos como U2 o The Crusaders.

Fue conocido siempre por su generosidad con su familia y sus amigos. Sus músicos siempre lo admiraron y tenían hacia él una mezcla de respeto y admiración.

A partir del concierto de Tenerife, seguía continuamente la actividad musical y personal del genio.

Se ha perdido una gloria de la música, un artista de los que no olvidaremos nunca.

*Presidente de TuSantaCruz