Uno de los mayores dicterios que suelen proferirse contra la derecha es el de neoliberal, lo que viene a equivaler a la conspiración comunista-judeo-masónica de Franco. Si nos remontamos más, a Satanás. El estadista Zapatero llamaba a la derecha democrática derecha extrema; no era capaz de distinguir entre derecha fascista y democrática. Ya es haber vivido poco, no enterarse de nada y ser argumentalmente indigente y sectario.

En los 60/70 del siglo pasado, ante una masa de opinión mayoritaria, casi unánime franquista -no excluyo que hubiera algún antifranquista en su intimidad-, las fuerzas irrumpientes y subversivas, aunque ínfimas, eran comunistas e independentistas radicales. Abrían una grieta (fisura más bien) en el granito cultural y social hegemónico, y reclutaban toda la rebeldía. Esto mismo lo he vuelto a experimentar con los neoliberales, a los que he tenido la suerte de conocer. Sin ellos mi experiencia y conocimiento político habría quedado amputado. En realidad, son ellos quienes encarnan la frontal crítica sistémica, la demoledora subversión del estado social, la máxima impugnación del establishment. Al punto que se declaran anarcocapitalistas. No es casualidad que los neoliberales tengan grandes inquietudes intelectuales, estén muy preparados y se sepan bastante especiales, que lo son. Han tenido que pasar muchas décadas para que sintiera la misma sorpresa que de adolescente sentí por los intelectualillos de izquierda (clandestina).

Los más advertidos descalifican a Milton Friedman (Premio Nobel de Economía), la Escuela de Chicago (los Chicago Boys) y a Margaret Thatcher, como demonios para el Estado del bienestar europeo, en lo que no andan descaminados. Sin embargo, los neoliberales, por encima de este fenómeno político de los años 80 del siglo pasado, parecen progresar entre nosotros siguiendo a la Escuela austríaca de economía, en la que relucen Von Mises y Hayek (a quien Keynes, el ídolo pop de la izquierda española de hace unos tres años, le robó pódium histórico de influencia). A lo que hay que sumar economistas con un discurso racional estructurado y sólido, pero excesivo y doctrinario, think tank como el Instituto Juan de Mariana y periodistas favorables a ese pensamiento imposible de ser asumido en España, que es el meramente liberal, no digamos neoliberal, suponiendo que en este país se distinga.

Si Podemos resume todos los anacronismos fallidos y el marketing para ocultar leninismo y totalitarismo, a los neoliberales hemos de reconocerles, junto a su nulo sentido de la política, su buen manejo de las herramientas teórico-dogmáticas, y el máximo grado de novedad. En España, hasta revolucionaria.