No parece que se las hayan pelado con delicadeza de barbero profesional, sino que se las han arrancado de cuajo, con cera líquida y sin anestesia.

Duro castigo para una población machacada por la codicia y corrupción de sus dirigentes, que, como suele suceder, saldrán indemnes, forrados e impunes tras provocar la ruina colectiva, quizá irreversible.

Para más inri, los cobradores del frac, encargados de hacer pagar las deudas pendientes, arremeten contra los más débiles. El FMI, Fondo Monetario Internacional, perverso organismo presidido sucesivamente desde la mediocridad de nuestro presunto corrupto Rodrigo Rato, al salidillo y esperpéntico Dominique Strauss, y hasta la actual patética Christine Lagarde, imputada por varios delitos en el caso Tapie... Así se representa el despotismo del poder financiero controlado por un eufemístico Eurogrupo.

En lugar de exigir la drástica corrección a la baja de un infame gasto público, derrochado con nepotismo por los insaciables cargos de una clase política corrupta, doña Christine propone como solución griega subir más el IVA y cargarse las pensiones. En nombre de una ficticia democracia, convierte en víctimas a ciudadanos ya esquilmados desde el poder. Mientras tanto, Tsipras, y el calvo de la moto, intentando marear la perdiz con el chalaneo inútil de propuestas imposibles.

Y nosotros ¿qué?... La doctrina habitual de esta señora es imponer recortes por abajo. Aquí, recientemente, nos indicó un camino parecido para combatir la crisis: seguir subiendo impuestos y rebajar, todavía más, los salarios. Esto último para regocijo de la CEOE y de algunos empresarios que han encontrado el filón de una reforma laboral que ha retrocedido los derechos de los trabajadores a indicios de esclavitud. Con el despido libre habrá desaparecido el principio de "trabajo digno, sueldo digno".

Tampoco el Eurogrupo parece demasiado proclive a exigirnos una eficaz reducción de nuestro brutal despilfarro público consumido en suculentos sueldos de alcaldes y concejales en ocho mil ayuntamientos; en parlamentarios de diecisiete Autonomías con sus consejerías, direcciones generales, asesores, organismos autónomos, miles de coches oficiales, familiares colocados... Diputaciones y Cabildos multitudinarios que se solapan e interfieren competencias en perjuicio de los intereses ciudadanos con una burocracia excesiva e inoperante. Un Senado que, por la exageración de tantas poltronas absurdas, es el hazmerreír de los países normales.

No hay edificio que pueda mantenerse en pie sobre unos cimientos de barro y paja. No es compatible el supuesto Estado del bienestar con una estructura sociopolítica aberrante y abocada al fracaso. El triunfalismo de los datos macroeconómicos, que nos venden como propaganda, jamás podrá repercutir en beneficio de la gente normal. Es evidente que está sucediendo todo lo contrario.

Por desgracia, no aparecen alternativas válidas en un horizonte donde prevalecen promesas electorales incumplidas, corrupción generalizada y discursos vengativos de rencores latentes y enquistados en ideologías caducas, exentas de viabilidad. El paisaje se nos ofrece desolado y las ilusiones requieren de un esfuerzo sobrehumano para no caer en la frustración y la desesperanza por un futuro digno.

Sabemos que no es aceptable la injerencia del FMI, pero a la vista de lo que está sufriendo el vecindario, deberíamos poner en remojo las barbas propias, a ser posible, con agua calentita.

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