Como siempre, y para justificar su estéril permanencia, la Organización de las Naciones Unidas celebró el pasado martes, 30 de junio, el Día Internacional de la Amistad. Otro esfuerzo baldío de colmar un calendario de efemérides y decisiones de escaso o nulo seguimiento. Y si no que se lo apliquen a esa horda de fanáticos yihadistas/salafistas que atentan contra cualquier vestigio de civilización o convivencia pacífica. Caliente está aún el reciente atentado contra un hotel español en Túnez como para convenir en la absoluta inoperancia de estas celebraciones. Que se las expliquen a los aterrorizados turistas que han salido en tromba de sus alojamientos vacacionales para ponerse a salvo en sus países de origen, apuntillando de paso a una industria que comenzaba a renacer de nuevo de sus cenizas políticas de 2011.

Trasladada esta celebración a las islas, pasada ya la fecha y de cara a los programas estivales tradicionales, la paradoja la podríamos aplicar a las peleas partidistas por cosechar la mayor cuota de poder político, con la oculta finalidad, por fortuna no en todos los casos, de asegurarse una suculenta remuneración salarial con cargo a la ciudadanía. Emulando a los miembros del ineficaz organismo mundial, los proyectos de los previsibles gobiernos municipales e insulares, salvo excepciones, se demorarán hasta la culminación del consenso político. Conociendo el calendario y las costumbres, que a la larga se convierten en leyes insoslayables, tan pronto se conformen las mayorías, la estación estival y las fiestas locales adormecerán casi todos los proyectos y gestiones administrativas, en pro del período vacacional. De forma que volveremos a esperar por esas tres opciones fundamentales de generación de empleo, políticas sociales (sanidad y educación) y la culminación de la eliminación burocrática que impide la gestión eficaz de los suelos insulares; al menos hasta pasada la vendimia y la celebración de los Cristos. Después, casi de inmediato, entraremos en los comicios de noviembre -salvo adelanto por pérdida de credibilidad del actual Gobierno-, en donde las siglas aspirantes volverán a hacer balance de sus logros o proyectos, ocultando sus miserias y aireando las de sus rivales. Entonces, volveremos de nuevo a danzar en torno a las urnas para postular a un favorito que volverá a defraudarnos en lo que respecta a Canarias y los canarios, absurda y políticamente divididos.

Contemplando la manifestación de la plaza Syntagma en Atenas, reivindicando el fin de la política de austeridad en un país terriblemente endeudado, sin quererlo, extrapolo el estado de ánimo de tantos millones de griegos atenazados por el "corralito", con lo que nos podría haber ocurrido a nosotros si no hubiéramos aportado nuestra sangría dineraria. Unas medidas que nuestro falaz Gobierno considera suficientes -el lobo electoral está cerca- para eludir ese efecto dominó o mariposa, capaz de generar un caos indescifrable. Visto esto, me pregunto cómo asociarlo con el mensaje de la ONU de promover el diálogo entre las civilizaciones, la solidaridad, la comprensión mutua y la reconciliación. ¡Vamos, anda!

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