Unos amigos de la época de paseantes en la calle La Carrera, que recorríamos de arriba y abajo para tropezarnos con las chicas, andan estos días preocupados por la deriva que está tomando la discusión sobre los 50 años de Los Sabandeños. Se ha establecido un enfrentamiento por la fecha elegida para tal menester, que se ha convertido en una clara obsesión que no conduce a nada y está perjudicando al grupo y uno de sus mentores, don Elfidio Alonso Quintero, llegando incluso a ofensas personales desproporcionadas y fuera de lugar.

Si el grupo ha elegido este 2015 como fecha para la celebración del acontecimiento, pues es la data que consta en su fundación, entiendo que no es para tanto si la andadura musical comenzó meses después. La decisión está tomada y debe ser aceptada, y no seguir dale que dale creando un atmósfera negativa hacia sus componentes.

Cuando me casé en 1963 ya existían grupos de amigos de "perras y vinos, o fogaleras y tenderetes" de bar en bar por las calles de La Laguna. Poco tiempo después fue cuando escuché hablar de Elfidio y otros que estaban montando un grupo para la difusión de nuestro folclore. No tengo ni idea de la fecha exacta, pero sí las intenciones. Conozco a Elfidio desde hace muchos años, y aunque no hemos tenido amistad, sí ha habido una relación cordial. Hace años que no lo veo, creo que la última vez fue en una feria del libro, pero lo que tengo claro es que está de más hacer una defensa de su personaje, entre otras cosas porque tiene suficiente capacidad e intelecto para defenderse solo.

En 1987 el Festival de Ópera de Tenerife se trasladó al Leal por las obras del Guimerá, y en aquella etapa era el alcalde del municipio. Ayudó mucho a la ATAO con esa mudanza forzosa, pero sobre todo dando ejemplo como político, y asistiendo a todas las representaciones con su esposa, señora muy agradable y atenta tanto conmigo como con mi mujer, y a las cenas posteriores con los artistas. Recuerdo programas memorables, "El Baile de Máscaras", "Elixir de Amor", "Rigoletto", "Tosca"... Algunas de ellas con elencos irrepetibles, como esta última, protagonizada por Jaime Aragall, la Star y el insigne Piero Capuccilli, interpretando al Scarpia, que una vez fallecido, ya no salía en el tercer acto. Nunca olvidaré sus palabras durante ese descanso, cuando le pregunté qué le había parecido, y él con su puro y un vaso de whisky contestó: "Milagro". Por cierto, que en aquel "Elixir" también participó otro ilustre como pianista interno, Marco Amiliatto, uno de los más importantes directores de orquesta hoy día.

La trayectoria de Los Sabandeños ha sido imparable e impagable. Han sido los grandes embajadores de Canarias en el mundo, y nadie, sin ser profesionales, ha llegado tan lejos como ellos. Todos los años, como el turrón, con EL DÍA, aparecen por Navidad con un nuevo trabajo, que siempre es el correspondiente regalo de las fiestas y que me ha permitido hacer acopio de toda su discografía.

De la triste Folía a la melancólica Malagueña o la risueña y alegre Isa, Elfidio Alonso ha escudriñado en lo más profundo de autores isleños hasta conseguir que nuestra música se escuche en los lugares más recónditos. Ha recuperado el folclore de muchos municipios y ha incorporado lo más bello y tangible de la América Latina, Argentina, Chile, Colombia, Paraguay, Méjico o Venezuela, entre otras. El grupo es querido y admirado en varios continentes, por lo que dirigir un grupo de más de 35 personas, en lo organizativo, cultural y crematístico, no ha debido ser nada fácil. Además de conocimientos tiene mano de hierro, y si en el transcurso de tantos años ha habido escisiones, es lo normal. Dolorosa fue la muerte de Manolo Mena, también la salida de Héctor y compañía, pero el grupo sigue con lo mejor de cada época, incorporando jóvenes cantadores y con dirección musical de un grande del timple, Benito Cabrera, con clase y categoría suficiente para que las presentaciones sigan siendo un verdadero lujo.

El trío Los Panchos estuvo en pleitos toda su vida, así que esos escopeteros de balines, frustrados, que abandonen sus diatribas, que como decía mí santa madre: "Todo es envidia cochina"

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