El cronista reanuda su actividad tras un pegajoso agosto que se angosta (je, je, ya empezamos con las coñas fáciles) en un escenario muy agradable y reencontrándose con personajes admirados y queridos.

He visto un tigre de cerca, sin rayas, nada fiero; pero muy inquieto y felino, que ruge melodías con tonos de privilegio y mucha potencia de sonido. Y reproduce sentimientos que uno tiene escondidos en los recovecos del cerebro y en las entretelas del vital y frágil músculo rojo. (¡Jo!, como siga así acabaré más cursi que un guante blanco o más pesado que un condón de uralita, me temo).

"Delilah", "Green green grass of home", "Thunderball"... Un encadenamiento de historias cantadas en el idioma de Shakespeare recitaba el tigre, el de Gales.

Ni una palabra en español. Pero al público, especialmente joven, en contra de lo que dice el informe Pisa, se le ve muy conocedor de la lengua inglesa, porque cada vez que el artista se pegaba una parrafada de diez o cinco minutos, respondía con nutridos aplausos y gritos de aprobación. El cronista reconoce que algo cogía al vuelo, como my love, kiss y song ( mi amor, beso y canción) y poco más; pero el público, ¡ay el público, cuánto sabe!

Bien. Más de dos horas entregado el cantante a sus fans y seguidores (me dijo el taxista que cienes y cienes de británicos se acercaron al Recinto de Ferias desde el sur de la isla), con un grupo musical a su altura, un diez, y una estenografía que cumple a la perfección el manido dicho de los locutores de antaño: "Un gran espectáculo de luz y color el que podemos presenciar sobre el escenario, señoras y señores".

Rostros conocidos, políticos, deportistas, escritores... Algunos llegados de Gran Canaria, La Palma, El Hierro, La Gomera...

¡Ah, La Gomera y en agosto! Un rumor insistente se esparció por el recinto que produjo gran expectación. Que Casimiro Curbelo vendría acompañado de Cristóbal Colón; pero este cronista desmintió la noticia. Les explico.

(Llamada a un móvil)... ¿Sí?

-¡Cristóbal!

-Sí, al aparato.

-Te llamo de Tenerife para...

-...¡Loado sea el señor, fraterno, ya le reconocí por la voz! ¡Qué quiere vuesa merced!

-(Tengo que decir a mis lectores que el Almirante está muy agradecido a este cronista porque un día le dedicó un gran reportaje en la radio sobre el Gran Viaje, el del Descubrimiento. Claro que ni el mismo sabía lo que iba a descubrir. A la vuelta lo contaría. El tío, con dos..., con dos..., razones, se lanzó a la aventura y le salió bien, ¿o no?). (Fin del paréntesis)

-¡Viene o no viene a ver a Tom Jones, Almirante!

-Imposible, caro doncel. La Pinta se está reparando en Gran Canaria y aquí está la gente haciendo acopio de carne de cochino (de cochino negro gomero, por supuesto), quesos, madera y agua... Y tampoco quiero dejar solos a los Pinzones. Que estos..., ¡ya se sabe!

-¿Cuándo piensa partir de la isla... (al fondo se oye una voz femenina) ¡Cris, Cris... ¿Dónde estás?... Cris...

-¡Perdone un momento, escribano... ¡Sí, Bea... ! ¡Bea!... Sube, que estoy en la almena de la torre... ¡Claro, en la del Conde...! ¿Cuál iba a ser, Bea?

-(Ya desesperado, el cronista decide terminar con la conversación)... ¡Don Cristóbal, ¡don Cristóbal...! (Levanto un poco la voz).

-¡Perdone..., decíale que es imposible... Además del gobernalle de La Niña averiado, se ha inutilizado un astrolabio... (Luego me aclararía el profesor Antonio Tejera que el genovés se refería a lo que hoy se denominan timón y sextante, o algo así, términos marinos, al fin y al cabo).

-¿Cuando piensa partir de la rada de La Gomera, Almirante?

-Pues sobre el seis o siete de septiembre y...

-¡Cris !... ¡Cris...! (Se vuelve a oír la insistente voz femenina).

-¡Lo siento le tengo que dejar...! ¡Ya sabe usted cómo es la gente de Bobadilla!

-Bien, Almirante y mucha suerte en su viaje.

-¡Gracias...! Bea, era un amigo de Tenerife que... (aquí se corta la conexión).

-El caso es que un mes y medio más tarde, 12 de octubre, con el agua de las islas se bendijo una tierra nueva: AMÉRICA.

Es historia.